León, Gto.- En la Casa-Hogar Tepeyac para ancianos nadie entra y nadie sale; sus 30 moradores llevan más de 40 días aislados en esta cuarentena por el Covid-19.
Extrañan las visitas de estudiantes, sus juegos y las paletas de hielo que les llevaban. “¿Y cuándo se va a acabar esto?”, preguntan con frecuencia a las monjas que los cuidan.
Siete religiosas de la Congregación de Las Hijas Mínimas de María Inmaculada viven el encierro al lado de los adultos que tienen entre 70 y 98 años. Ellas son estrictas en la aplicación de los protocolos de salubridad para evitar que el coronavirus ingrese a la casa.
“No queremos arriesgarlos”, dice Ana Karen Castro, trabajadora social de la institución.
Desde la reja principal del asilo se ve la imagen de la Virgen de Guadalupe plasmada en mosaicos de la parte superior de la fachada interna. Por una pequeña ventana de la segunda puerta de acceso al inmueble se asoma una monja para ver quién llama; son un par de empleados del DIF que buscan espacio para un adulto mayor.
“No estamos admitiendo nuevos ingresos por la situación”, les responde María Matilde, de 78 años, encargada de la puerta de ingreso de esta casa, anexa al Instituto América, en León Moderno.
En todo Guanajuato operan 101 asilos, de acuerdo con el registro de la Secretaría de Salud estatal; cuatro de ellos se encuentran en la capital del estado, entre ellos el Centro de Atención para Ancianos del INAPAM. La dependencia afirma que todos ellos están obligados a seguir los protocolos derivados de la contingencia sanitaria.
En la primera quincena de marzo la madre María Eleuteria, directora de la casa-hogar, acató las disposiciones emitidas por la Secretaría de Salud federal de aislamiento social e higiene por la seguridad de los residentes y de las monjas, varias de ellas mayores de 65 años, por lo que también están en el grupo de más riesgo al Covid-19.
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“Claro que soy del grupo vulnerable, por eso traigo cubrebocas”, dice la hermana Matilde.
Los adultos mayores se sorprenden por ver que las hermanas usan cubrebocas; preguntan: “¿Por qué?” y al escuchar que es a causa de una pandemia, les responden: “Eso no es cierto”.
En Guanajuato, la población mayor de 60 años asciende a 580 mil 767 personas, de las cuales 46% (258 mil) son hombres y 54% (299 mil) son mujeres, según la encuesta Intercensal 2015 del Inegi.
Antes del inicio de la cuarentena la Casa-Hogar Tepeyac dio la opción a sus inquilinos de dejar el albergue, y aclaró que por la pandemia quedarían suspendidas todas las visitas, incluidas las de sacerdotes que oficiaban la misa en su capilla, así como las idas al cine y los paseos. Todos decidieron permanecer en el inmueble, 25 de ellos no tienen familia.
Los hombres y mujeres mayores sin familia han hecho amigos que en ocasiones llegaban a visitarlos. Ahora, al llevar más de 40 días confinados, extrañan la presencia de los estudiantes jóvenes que convivían con ellos, les llevaban regalos como dulces o paletas.
“Se sienten tranquilos, pero no dejan a un lado la tristeza, porque ahorita nadie los visita. La verdad, cuando venían alumnos de las escuelas, pues sí les alegraban el día, porque los ponen a hacer juegos”, comenta la trabajadora social. Ahora, las religiosas hacen actividades con ellos para darles sosiego, juegan con ellos a la lotería, les ponen películas y ven misa por televisión.
“Yo creo que también ellos extrañan, porque dicen: ‘¿Y hasta cuándo termina?’; ‘y es que ya los extrañamos’; ‘ya queremos ver a nuestro familiar’; ‘¿cuándo vamos a ir al cine?’; ‘¿cuándo vamos a salir?’”, platica Ana Karen.
Dice que las puertas del asilo se volverán a abrir hasta que las autoridades sanitarias digan que ya no hay peligro de un contagio.
La hermana Matilde afirma que los ancianos están seguros en la casa-hogar. Las medidas de cuidado y protección han funcionado, pero aunque todos están bien, si surge algún caso sospechoso de Covid-19, la persona tendría que ser llevada a un hospital o al IMSS, si está afiliada.
Personal del DIF hace sanitización semanal a la casa-hogar, desde afuera, sin abrir la reja; de la higiene interna se encargan las religiosas, y sólo un grupo de ellas está en contacto con los adultos mayores, otros no pasan, no ingresan a las habitaciones, comedores ni áreas de esparcimiento.
La Casa-Hogar Tepeyac se sostiene de donaciones, aunque tiene establecido el pago de cuotas, sólo cinco de sus residentes hacen la aportación, que es de 500 pesos.
Las restricciones de acceso impactaron en la caída de apoyos de los bienhechores, bajaron las ayudas en especie y donaciones, lo que llevó a las monjas a pedir apoyo en sus redes sociales.
La religiosa comparte que necesitan cubrebocas, gel antibacterial, toallitas húmedas, leche tetrapack deslactosada o en polvo, avena, pastas, frijol, aceite, azúcar y puré de tomate; también líquido para limpieza y cloro.
Pide a la gente que no se les olvide la solidaridad con quienes más los necesita. “Lo que nos traigan es bien recibido”.