Fernando Dávalos nació en Jalisco, donde, en sus épocas de juventud, gustaba de subir a las escaleras de su casa para arrojar al vacío aparatos electrónicos, ver cómo estaban armados y revisar su funcionamiento; ahora, desde Rusia, trabaja en la posible creación de una superbatería, más duradera y menos contaminante.

En la universidad, Fernando logró, junto con un equipo de compañeros, ocupar los primeros lugares en competencias robóticas de China, Alemania y Japón gracias a la creación del robot Ixnamiki Nahui, especialista en rescates urbanos.

Ahora, desde la Universidad Skoltech Skolkovo Institute of Science and Technology de Moscú, trabaja en la creación de una superbatería que opere con supercapacitores y, en un futuro, pueda suplir o trabajar de manera conjunta con las baterías de litio, que son muy contaminantes y con poca vida útil.

También lee: 

“La cultura de Rusia me interesa muchísimo, son personas al inicio un poco frías, pero después se vuelven tus camaradas, como ellos dirían; se vuelven tus amigos y entonces es trabajar mano a mano y compartir todo ese conocimiento que ellos tienen y que nosotros tenemos”, asegura el joven de 28 años de edad, especialista en robótica y maestro en Ciencias.

La ciencia, su pasión

En su infancia y juventud, en San Juan de Los Lagos, en el estado de Jalisco, era frecuente verlo subir las escaleras y desde la parte más alta arrojar todo tipo de aparatos electrónicos para “ver qué tenían adentro”.

“Me encantaba desarmar todo, ya nada más cuando llegaba mi papá a la casa me decía: ay, ¿ahora qué hiciste?”, recuerda en entrevista para EL UNIVERSAL.

Era también habitual que sus familiares le llevaran aparatos descompuestos, porque sabían que para Fernando lo más apasionante era desarmarlos.

Soñaba con ser astronauta, como muchos niños de esa época, a quienes les enseñaron que las únicas profesiones eran ser policía, bombero y astronauta. Nunca pasó por su mente que en la ciencia encontraría su pasión.

Pero cuando acudió a la Universidad Panamericana de Aguascalientes, lugar donde elegiría una carrera, se dio cuenta de su futuro.

“Justo cuando entré a la Facultad de Ingeniería estaba el equipo de robótica al frente y estaba el robot desarmado, estaban las tarjetas electrónicas y entonces siempre me visualicé entrando en el equipo de robótica y pues participando con el robot”, afirma Dávalos.

Fue ahí donde, junto con ocho estudiantes más, creó en 2015 Ixnamiki Nahui, un robot de rescate en zonas de derrumbe o de alto riesgo, que fue equipado con cámaras y sensores de CO2 para ubicar a personas atrapadas en los escombros.

Ixnamiki Nahui es operado a distancia, puede avanzar en terrenos difíciles, así como remover obstáculos con un brazo de siete grados de libertad.

Gracias al trabajo de equipo de mecánica, electrónica y programación, lograron dos primeros lugares y un segundo en la RoboCup Rescue League, celebrada en China (2015), Alemania (2016) y Japón (2017).

Pero su mayor satisfacción fue cuando en 2017 solicitaron la ayuda de Ixnamiki para las labores de rescate en la Ciudad de México, que había sido afectada por un sismo.

También lee: 

“De tener un robot que estaba enfocado a las competencias, a tener un robot que posiblemente iba a entrar a una zona de derrumbe fue lo que cambió la visión del equipo: estábamos haciendo tecnología que puede impactar en la vida de una persona”, recuerda Fernando Dávalos.

Ahí, en Aguascalientes, un profesor de intercambio de la Universidad Skoltech, de Moscú, vio su trabajo y le ofreció hacer una estancia de investigación en Rusia para que desarrollara electrónica de potencia. Su mundo cambió.

“Me cambió totalmente el panorama, porque el laboratorio de esta universidad está superequipado; tienen recursos en todos lados y entonces desarrollé una investigación que tal vez me pudo haber tomado dos años aquí en México, pero que la hice en menos de seis meses”, señala todavía sorprendido.

Relata que fue difícil adaptarse a la enorme ciudad moscovita; sin embargo, la comunicación fue fácil, porque —describe— las nuevas generaciones rusas hablan inglés y también buscan aprender español para trascender en el mundo.

“Yo pensaba que no me iba a entender nadie, pero todos los jóvenes de Rusia hablan muy bien el inglés y muchos están interesados en hablar en español, entonces, pues te facilitan muchísimo las cosas”, dice el científico, quien domina el español, inglés y un poco de ruso.

Al terminar su estancia, le ofrecieron cursar un doctorado.

Al mismo tiempo, Fernando inició un trabajo que explica con pasión: “Mi investigación trata sobre el desarrollo de sistemas de almacenamiento energético por medio de supercapacitores; es decir, crear un sistema modular que permita expandir las capacidades de almacenamiento del sistema”.

Se trata, en palabras comunes, de una batería controlable, pero en lugar de utilizar litio o ácido, usaría supercapacitores, los cuales pueden durar mucho más tiempo de vida, aunque enfrenta retos por su capacidad.

“En comparación con un sistema tradicional que necesita varias etapas para funcionar, mi sistema sólo necesita los módulos y el control central para operar.

“Y si se requiere expandir su capacidad de almacenamiento se pueden agregar módulos extra”, describe el joven jalisciense.

Fernando Dávalos se siente cómodo en Rusia, no es ajeno a los vaivenes políticos y geopolíticos, pero sabe que los rusos son muy abiertos, pertenecen a una gran cultura y adoran a los mexicanos.

“No hay nada malo y si me ofrecen algo en Rusia, buscaría quedarme”, puntualiza el oriundo de San Juan de los Lagos.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.