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Chilpancingo.— El caso de la desaparición de seis hombres y una mujer en un centro de rehabilitación en Acapulco es un rompecabezas incompleto, faltan muchas piezas y casi todo es incertidumbre.
¿Quién se los llevó? ¿Por qué? ¿Quién llamó a los cuatro jóvenes que llegaron después de la irrupción de hombres armados al centro de rehabilitación? ¿Dónde está el responsable del centro de rehabilitación? ¿Fueron agentes de la Policía Ministerial quienes se los llevaron? No hay respuestas todavía.
María Elena Pérez es tía paterna de Julio Pérez García, de 16 años de edad, quien es uno de los siete jóvenes desaparecidos. Dice que es como su madre porque desde pequeño lo crió y fue quien lo ingresó al Centro de Tratamiento y Prevención en Adicciones Renovación Espiritual. Cada semana, afirmó la tía, pagaba 800 pesos por la atención que le daban a Julio.
El joven, explicó María Elena, ya estaba en la última etapa de su “tratamiento”, estaba haciendo su “servicio”, es decir, tenía permiso para salir algunos días y regresar al centro de rehabilitación.
A las seis de la tarde del viernes 1 de septiembre, María Elena recibió una llamada a su celular. Era Hans Christopher García Martínez, encargado del centro de rehabilitación.
García Ramírez le dio la noticia: “A Julio y a otros seis jóvenes se los habían llevado hombres armados vestidos con uniformes de la Fiscalía General del Estado (FGE)”. Después, recuerda María Elena, el encargado se deslindó: “Ustedes tienen que buscarlos porque son sus hijos”.
Se justificó diciendo que no estaba en Acapulco, que se encontraba en la Ciudad de México y que no podía atender el problema.
María Elena recuerda que el encargado le dijo que de la irrupción de los hombres armados le avisó una mujer que identificó como Marlén. También dice que le contó que ese día, alrededor de las tres de la tarde, llegó el grupo armado y se llevó a su sobrino, Julio Pérez, a Erik Calixto Chávez y a Andrés Gabriel Delgado. Los tres se encontraban anexados.
Después de que se llevaron a los tres jóvenes, “alguien” le marcó a Jesús Arroyo Venegas, Brian Josué Vargas Hernández, Moisés Tomás Juárez Abarca y María Perla Guzmán. El testimonio de familiares de Jesús Arroyo y Brian Josué Vargas Hernández coincidieron en que recibieron una llamada telefónica pidiéndoles que acudieran al centro de rehabilitación para “apoyar” por el arribo de los hombres armados.
María Elena pidió a la fiscalía del estado que llame a declarar al encargado del centro de rehabilitación para que dé su versión sobre el hecho y también para que informe quién llamó a los otros cuatro jóvenes que acudieron a la petición de ayuda.
En tanto, el pasado 5 de septiembre, familiares y amigos de los jóvenes desaparecidos, entre ellos el secretario de Diversidad Sexual del PRD-Guerrero, Moisés Tomás Juárez Abarca, se manifestaron en la carrera México-Acapulco, en el punto conocido como Paso Limonero, para exigir su presentación con vida.