Más Información
Uso de armas de largo alcance "cambia la naturaleza de la guerra", Occidente está combatiendo con Rusia, advierte Putin
Metanfetamina impregnada en ropa, un secuestro y asesinato: la venganza que terminó con 14 detenidos ligados al Cártel de Sinaloa
"Mejor invertir una vez"; continúa expedición de licencias permanentes en la Sala de Armas de la Magdalena Mixhuca
VIDEO Sheinbaum aborda vuelo comercial rumbo a Brasil; participará en cumbre del G20 el 18 de noviembre
Tijuana.— En medio de un mar de gente y un clima gélido, Rocío llegó a Tijuana, de retorno al país que dejó hace 31 años para cruzar a la Unión Americana, de donde ayer fue deportada, a pesar de haber emprendido un negocio, pagar impuestos, no tener registro criminal y tener tres hijos universitarios, uno de ellos, teniente Segundo de Inteligencia del ejército estadounidense.
“Somos las madres que han parido a los hijos de sus ejércitos”, reclamó la mujer de más de 50 años, ante los reporteros que se acercaron para documentar su historia, antes de cruzar el puente internacional en el puerto fronterizo de El Chaparral.
La mujer avanza contra su voluntad, cumple con la advertencia que le hicieron hace meses de que sería deportada, que la solicitud de su hijo —el teniente del ejército de EU— para detener su retorno fue negada.
Su proceso de deportación, dice, empezó con una llamada anónima. Esa fue la justificación que le dio el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). Alguien habría llamado para reportar la condición migratoria de Rocío y a partir de allí se gestionó la orden.
Desde el 4 de diciembre pasado el gobierno estadounidense le colocó un grillete para evitar que escapara, le permitieron quedarse en fechas decembrinas, pero sabía que el 2 de enero sería su último día. Desde entonces una libra de metal alrededor de su tobillo le recordaba diario que sería separada de su familia y del hogar que construyó en 30 años.