Piedras Negras.— Hace casi 10 años que policías de la entonces corporación Grupo de Armas Tácticas Especiales (GATE) de Coahuila se llevó a su esposo, no hay avances en la investigación y ahora es víctima de acoso y hostigamiento por parte de agentes de la fiscalía.

Consuelo Cruz García no sabe nada del paradero de su esposo, Apolinar Mendiola López, desde el 9 de julio de 2013; policías de GATEs llegaron al ejido El Centinela, donde ella, su esposo e hijos cortaban hierba, lo golpearon, torturaron frente a su familia y se lo llevaron.

La señora Consuelo pide que terminen el acoso y hostigamiento de parte de elementos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), quienes la siguen y le toman fotografías, relató a EL UNIVERSAL, además de denunciar públicamente estos actos porque, dijo, siente miedo de salir y que le vayan a hacer algo a ella o a sus hijos.

“Nos toman fotos a mí y al domicilio. Se paran afuera de la casa, luego pasan recio para que uno los mire. Nos ven que salimos y nos siguen. Es la misma camioneta”, contó.

Apolinar trabajaba como vendedor ambulante y guardia de seguridad de una empresa privada. “El niño más chico tenía dos años, se lo quitaron de los brazos”, recordó la esposa, ahora de 42.

Durante estos años, Consuelo no ha tenido ningún avance en la investigación de la desaparición forzada de Apolinar, interpuso su denuncia, el ministerio público le dijo que se haría la averiguación previa y hasta la fecha no le han dicho nada.

“Ya metí queja ante Derechos Humanos. Cada vez que voy a la fiscalía y pregunto qué razón me dan, sólo me dicen que se sigue investigando. “Me tardo más yo en llegar ahí en la fiscalía que ellos en contestarme”, comentó la señora.

Consuelo reclama avances en la investigación, porque en una ocasión le contestaron que no podía “ponerse con sansón a las patadas”.

Desde la desaparición de Apolinar, Consuelo está a cargo de sus seis hijos. Ha intentado obtener la declaración de ausencia de su esposo, pero hasta ahora no lo logra debido a los obstáculos, burocracia, y papeleo que le piden una y otra vez.

“Dejé de ir al trabajo porque tengo miedo, tengo miedo de que ya no vuelva a la casa y no me vean mis hijos. Ya no quiero vivir en Coahuila porque tengo mucho miedo”, confesó.

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