Guadalajara.— El dengue, un fin de semana largo y la ausencia de un doctor colapsaron la atención en una de las clínicas del “sistema de salud más eficiente del mundo” del IMSS, en Guadalajara.
“Estamos rebasados”, confesó a voz en cuello una de las enfermeras que trataba de organizar el caos, con cientos de pacientes esperando atención médica.
Datos de la Secretaría de Salud del gobierno Federal indican que Jalisco es el estado con más número de casos de dengue en el país: 15 mil 948 confirmados y 26 defunciones registradas hasta el pasado 9 de noviembre, lo que representa 15% de los casos a nivel nacional.
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Epidemiólogos como Héctor Raúl Pérez Gómez, próximo secretario de Salud de Jalisco, reconoce que la cifra negra de esta enfermedad es alta, pues hay muchas personas que no presentan síntomas fuertes y no acuden al médico.
Ocho horas para una consulta
Rocío es derechohabiente del IMSS y nunca había faltado a trabajar más de dos días por alguna enfermedad; esta vez el dengue la derribó y tuvo que acudir a la clínica que le corresponde para atenderse y tramitar una incapacidad laboral.
Rocío llegó poco después de las 9 de la mañana a la Unidad Médica Familiar número 2 del IMSS, en Guadalajara, con la Cartilla Nacional de Salud impresa, tal como indica el portal del IMSS en internet; cruzó el área de urgencias, que a esa hora ya estaba llena, se formó en el módulo de información y le explicaron los pasos a seguir.
La fatiga y las molestias corporales que le causan la enfermedad transmitida por el mosquito de rayas blancas en las patas le obligaron a buscar un sitio donde sentarse, recorrió el lugar con la mirada pero todo estaba lleno.
Cruzó entre la fila de Farmacia y la de Archivo, llegó al fondo de la clínica y encontró el módulo que buscaba: “Eso se solicita en Archivo, aquí enfrente”, le dijo una enfermera.
La fila en la que se formó serpenteaba casi hasta la entrada de la clínica y no había ningún lugar disponible para reposar; avanzó despacio y pasadas las 10:30 horas, con la Cartilla ya completa, acudió al consultorio asignado para anotarse en la lista de espera: “debe volver a la una y media, solo los cuatro primeros de la lista pasan al consultorio y el resto pasa a la Unifila”, dijo la enfermera que la atendió.
Igual que otros, decidió salir a pasar el tiempo en el descuidado parque que está frente a la clínica. A esa hora hay puestos de comida, pocos niños jugando, muchas personas en las bancas con la mirada clavada en sus teléfonos y una montaña de basura que delata el conflicto del ayuntamiento tapatío con la empresa encargada de la recolección.
Diez minutos antes de la hora indicada Rocío cruzó de nuevo por el área de urgencias que seguía llena. La fila de Archivo era más corta pero la de Farmacia más larga, aún no había sitio para sentarse.
La zona de consultorios estaba abarrotada por quienes se anotaron en las listas de espera, a las 14:00 horas las enfermeras comenzaron a nombrar a quienes podrían pasar a consulta y a quienes irían a ese limbo llamado Unifila.
En el consultorio de Rocío el médico no fue a trabajar y los pacientes fueron enviados a Unifila.
A las 15:00 horas, en la planta baja, una galería de brazos vendados, piernas rotas, cuerpos en sillas de ruedas y rostros que delataban dolor comenzó a formarse frente a la ventanilla de Unifila, pero pronto fueron tantos que el orden se rompió.
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Una enfermera contuvo el caos: “los vamos a llamar uno por uno para que entreguen su Cartilla”; el rosario de 280 nombres se prolongó por más de 45 minutos y la enfermera volvió a tomar el control: “les voy a explicar cómo funciona la Unifila. En esta clínica hay 27 consultorios y nosotros dependemos de las cancelaciones de los que tiene citas programadas, cada 15 minutos hay movimiento y nombraremos a quien pueda pasar a un consultorio, pero no podemos garantizar que los atenderemos a todos. Estamos rebasados, venimos de un puente y hay mucho dengue, quien quiera retirarse lo puede hacer, quien quiera buscar atención en urgencias puede ir, pero hay más gente que aquí”.
La mayoría decidió esperar ante la necesidad de una incapacidad laboral o por lo menos una constancia de asistencia y no atención; Rocío logró saber que estaba en el sitio 14 de la lista y decidió quedarse, recibió atención casi tres horas después.
Cuando salió había más de medio centenar de personas frente a la ventanilla de Unifila, esperado un turno que para entonces no llegaría.