“Que Dios les dé fortalezas, el amor sanará nuestras rupturas”, se leía en una hoja de cuaderno dejada a la entrada del Colegio Cervantes de Torreón , donde la mañana del viernes, un niño de 11 años disparó en el patio escolar , mató a una maestra, hirió a cinco menores y a un maestro y después se suicidó.
En la fachada del colegio, en la calle Juan Pablos del Centro de Torreón, el aire que corría no apagó las veladoras que colocó la gente. Un par de globos blancos y un crucifijo también adornaban la ofrenda.
Al lugar llegó una familia con sus hijos, una la vecina del colegio, una pareja de ancianos, una madre con sus hijas, y un padre y su hija. Prendían la veladora, miraban la luz, alguno hacía oración y se retiraban.
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La vigilia fue corta en el colegio Cervantes. La región durmió conmocionada por la noticia del niño de sexto de primaria que disparó en su escuela y luego se quitó la vida.