Cerocahui.— Las fotografías de los dos sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, del joven Paul, del guía de turistas Pedro Palma y de la doctora Masiel Mexia son el símbolo de la exigencia de justicia que continúa haciendo la comunidad de la iglesia de San Francisco Javier a las autoridades de los tres niveles de gobierno.

Colocadas al pie del altar de la parroquia de Cerocahui, las imágenes son el símbolo de cómo la comunidad continúa recordando a las víctimas de la violencia en la Sierra Tarahumara.

“Nosotros todavía estamos en una situación como de miedo, no queremos dar información”, aseguran dos personas en la iglesia donde todo ocurrió.

En el patio principal de la iglesia, donde fueron sepultados los sacerdotes jesuitas, sólo se observan pequeñas coronas de flores y vasos de velas ya usados, mientras que al ingresar por la puerta principal se colocó un moño negro.

“Uy, los padres, imagínese, yo los conocía desde hace más de 30 años. El padre Gallo era compañero de nosotros en Sembrando Vida. Los vamos a seguir extrañando mucho”, comenta con tristeza una mujer del poblado.

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