Chilpancingo.— Esta ciudad no puede recuperar su cotidianidad. Un acto de violencia y se rompe cualquier intento por volver a la normalidad. La noche del pasado lunes, el ataque armado a una base de urvan de la ruta Tatagildo-Centro fue suficiente para derrumbar ese intento.

Eran las siete de la noche en la colonia Javier Mina, al norte de la capital guerrerense, cuando hombres armados ametrallaron un sitio de urvan. Tres camionetas quedaron baleadas, también un chofer murió y una persona más, sin que se haya precisado si era un pasajero o pasaba por ahí, quedó herida.

Diez minutos después no había transporte público. Otra vez se esfumó. De inmediato, en las paradas comenzaron las aglomeraciones, grupos de 20, 30 personas esperaban las urvan, un taxi y no pasaron. Se quedaron varados y no tuvieron más opción que caminar.

“Yo me confié, porque habían dicho que ya estaba 80% del transporte”, dijo una mujer que llevaba en cada mano a sus hijos.

Al mediodía, las autoridades presumían que la ciudad estaba blindada, con 500 soldados de la Guardia Nacional, así como agentes de la Policía Estatal que resguardaban urvan, taxis y a los usuarios. Parecía que la cotidianidad estaba de vuelta. La mujer se cansó de esperar, dejó la parada y comenzó a caminar. Eso hicieron muchos, otros se quedaron a esperar hasta que familiares llegaron en vehículos particulares.

Al mismo tiempo, decenas de comercios bajaron sus cortinas. Nadie quiso esperar el siguiente reporte de violencia. Las calles se fueron vaciando y oscureciendo.

La ciudad no se silenció, al contrario, las sirenas de las patrullas y de ambulancias predominaron. En redes sociales surgieron decenas de reportes de hechos de violencia que no estaban ocurriendo. La noche terminó envuelta en la zozobra.

La mañana no fue distinta. El temor predominó. Por toda la ciudad apenas unas 10 urvan y otros 10 taxis salieron a dar el servicio. El resto, las casi 790 urvan y 790 taxis decidieron no arriesgarse.

La tarde del pasado lunes, el secretario de Educación estatal, Marcial Rodríguez Saldaña, convocó a la comunidad escolar a volver a clases presenciales. Todas las escuelas ignoraron el llamado, amanecieron cerradas y sin saber cuándo regresarán.

Sin transporte y sin estudiantes, las calles de Chilpancingo lucieron otra vez semivacías. Los comercios que abrieron tampoco están dispuestos a arriesgar, en cuanto cae el sol bajan sus cortinas. A las 18:30 horas, máximo las siete todos buscan cómo llegar a sus casas, algunos deben alcanzar una de las cuatro patrullas de Protección Civil Municipal que volvieron a dar aventones.

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