Jilotlán, Jal.— El sacerdote michoacano José Luis Segura Barragán ha sido víctima del crimen organizado, pero asegura que a pesar de ello nunca ha aceptado limosnas o pagos del narcotráfico para evitar compromisos con los delincuentes. “Es un milagro que esté vivo”, reconoce.
Desde la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, de Las Lomas, municipio de Jilotlán, Jalisco, colindante con la región de Tierra Caliente en Michoacán, el religioso habla de la violencia que desde hace muchos años azota esa zona.
Profesar en el peligro
En entrevista con EL UNIVERSAL, expone que tan sólo cuando estuvo como párroco en la tenencia de La Ruana, en el municipio de Buenavista, el crimen organizado atacó a tiros la fachada de la iglesia.
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En ese lugar también fue asediado por respaldar, en su momento, la lucha civil armada de los grupos de autodefensas que combatieron al cártel de Los Caballeros Templarios y refiere que uno de los momentos en que su vida estuvo en peligro fue cuando visitó el poblado El Rosario, en el municipio de Apatzingán.
“Me tocó llegar a donde hubo un enfrentamiento. Estaba oficiando misa y afuera del ranchito, ahí se estaban dando”, dice.
Segura Barragán señala que en ocasiones le tocaba celebrar la misa de esos muertos que dejaba la disputa por el territorio de los grupos antagónicos del narco, pero especifica que sólo celebraba misas de cuerpo presente para las personas asesinadas en esos enfrentamientos, pero de las de más bajos recursos.
“Para la gente importante [del narco], ellos tienen sacerdotes especiales católicos, entonces, un sacerdote común y corriente como yo, nunca soy invitado a ese tipo de muertes y yo no quiero ir. Es decir, no me siento a gusto, pero con los otros, pues es que son pobres lo asesinados de los últimos lugares y uno tiene que sentir con la gente, aunque anden en el crimen”, narra.
El padre Segura expone que el crimen organizado no les dice nada directamente, porque son católicos, pero los capos tienen a sus sacerdotes especiales.
“En los ranchos donde viven y dominan completamente uno va y celebra misa. En mi caso, no me mezclo con ellos ni tampoco recibo un cinco, para no comprometerme porque [los criminales] son muy dados a dar dinero”.
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Sacerdotes caídos
El sacerdote José Luis Segura Barragán hoy profesa en los límites de Jalisco y Michoacán, donde el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) disputa ese territorio de la Tierra Caliente.
El clérigo michoacano recuerda que en la Diócesis de Apatzingán —a la que pertenece la iglesia en la que está a cargo— se han registrado varios asesinatos de sacerdotes, además de cuatro jóvenes del grupo religioso Arcoíris.
El primer padre asesinado en esa diócesis fue Miguel Ochoa Ávila, quien en 1985 estaba a cargo de la iglesia de Pinzándaro, municipio de Buenavista. El padre Ochoa descubrió que un sujeto sembraba marihuana en una de sus parcelas y las destruyó. Días después, el criminal lo secuestró, lo torturó y luego lo asesinó a tiros con un fusil de asalto AK-47, mejor conocido como cuerno de chivo.
En 1992, el padre Abelardo Espinosa Aguilera fue acribillado de ocho tiros por un delincuente que había sido abandonado por su esposa con la anuencia del cura. En ese entonces, el sacerdote Abelardo Espinosa era el vicario de la iglesia de El Aguaje, municipio de Aguililla, otro de los principales bastiones del crimen organizado.
En 2012, el cura de la iglesia de la comunidad de San José de Chila, del municipio de Apatzingán, Víctor Manuel Diosdado Ríos, fue asesinado: “Por no hacerle un bautismo a un sicario, pues lo mataron”.
También recuerda que en 2016 cuatro jóvenes evangelizadores del grupo Arcoíris murieron a manos del crimen organizado.
Cuestiona postura federal
Acerca de la postura del presidente Andrés Manuel López Obrador de abrazos, no balazos y sobre proteger a los criminales, el sacerdote michoacano es enfático: “El Presidente es un mentiroso y manipulador, porque él dijo ‘¿quieren que lo mate?’ Nadie quiere que los maten. Todos queremos que los atrapen, los juzguen y los metan a la cárcel, que se aplique la ley, pero como tú sabes, no hay ley”, subraya.
El sacerdote considera que quien gobierna en los municipios en Michoacán y en el país es el crimen organizado, pues asegura que es el que pone a los políticos: “Por lo menos aquí, gobierna el narco. Ellos pusieron a los candidatos, y los presidentes municipales, qué van a hacer ellos, pobrecitos”, acusa.
El prelado lamenta que los héroes de hoy para los niños y jóvenes sean los delincuentes: “Los jóvenes quieren ser delincuentes y dicen que prefieren un año vivir como reyes a que toda una vida como bueyes”.
El sacerdote afirma estar consciente de que es muy difícil cambiar esa mentalidad de los niños y jóvenes, principalmente de las regiones más marginadas, pero insiste en que no dejará de enviar un mensaje de paz, tranquilidad y de valores desde el púlpito para concientizar sobre los peligros que significa involucrarse con el narco.
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