El tacto recuerda tanto como la memoria, ejemplo de eso es don Faustino Monsiváis quien trabajo por 40 años entre yeso, ladrillos y cemento , ahora a sus más de 60 años ya retirado del oficio por limitaciones físicas, encontró la manera de autoemplearse realizando modelado de arcilla de ‘casitas, villas y castillos” para decoración de jardines y nacimientos, siendo el ingreso de estos su sustento diario.
Desde su domicilio en la calle Dolomita 219 en la colonia Las Piedras en la capital potosina, don Faustino cuenta que emprendió este pequeño negocio hace cinco años luego de quedarse sin empleo al no poder trabajar más en la construcción por daños irreversibles y físicos en sus rodillas, los cuales fueron acumulándose por su labor como albañil.
Ahora a su ritmo, con 6 moldes de yeso de elaboración propia y reutilizando algunos utensilios de uso doméstico y herramientas de su antiguo trabajo continúa edificando casas pero a menor escala, que dependiendo de los detalles puede tardar en elaborar de 20 minutos a 2 horas.
Entre sus figuras se pueden encontrar castillos, edificios con cúpulas o en torre, ladrillos y figuras como cochinos en miniatura o para alcancía, también enseres para jardinería o piezas ornamentales para pasillos exteriores.
Todo el año elabora estas piezas, pero en el mes de diciembre suele producir más “casitas que dan vida a todo tipo de villas navideñas y castillos” para nacimientos y como regalos de navidad.
Sus piezas dependiendo del tamaño tienen un precio de 25 a 80 pesos y cada una es única, ya que don Faustino refiere que las crea sin modelo previo, las moldea con sus manos y según sus recuerdos e imaginación.
“Son pura imaginación mía no crea que copio por ahí, como soy albañil me puse hacer una casita de dos aguas y de allí me voy” expresó.
Para la fabricación de estas casitas en miniatura utiliza arcilla y agua que moldea manualmente, y para que puedan quedar huecas utiliza sus moldes de yeso con los que también da estructura a la pieza, una vez hecha la deja secar aproximadamente un día completo para que se evapore toda la humedad y finalmente la lleva a un horno casero donde terminan obteniendo el color ocre característico del ladrillo.
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“La misma gente les pone nombre, la casa del pajarito, el coliseo, la torres de Babel, el campanario” describe don Faustino sobre sus creaciones.
A don Faustino se le puede encontrar vendiendo estas piezas en varias partes, por ejemplo en noviembre suele emprender viaje diario al panteón el Saucito a la altura de la ‘entrada del panteón viejo’.
También es recurrente que los domingos se mueva a ‘Las Vías’ sobre la avenida Muñoz a media cuadra de la calle Lolomita donde está su hogar, pero suele mantener abierto a diario la cochera de su domicilio para exhibir sus ‘casitas de arcilla’ desde las 11 de la mañana y recoge hasta las 9 de la noche.
Don Faustino no solo sigue realizando lo que sus manos memorizaron por años en la construcción, también es un ejemplo de todas aquellas personas adultas mayores que pese a sus limitaciones físicas naturales y graduales que el tiempo deja, están determinados en mejorar sus condiciones socioeconómicas y en ejercer su derecho a buscar oportunidades de autorrealización.
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