Tijuana.— Durante los últimos días, residentes de Acapulco comenzaron a llegar a Tijuana, Baja California, para pedir asilo en Estados Unidos, luego de que el los dejara sin nada.

Misael es uno de ellos. Cuenta que nació en el puerto hace 39 años; se mudó a otra ciudad durante un tiempo, pero hace 15 años regresó. Tenía una empresa que proveía servicios a algunos de los hoteles más emblemáticos de la ciudad, logró un patrimonio que le permitió mantener a su esposa y tres hijos, quienes tuvieron que salir del país por la inseguridad. Dice que trabajaba en Acapulco en su negocio, pero el huracán pulverizó todo de un soplido: su casa, su negocio, su patrimonio.

Sobre la noche del huracán recuerda que creían que sería una lluvia cualquiera, hasta que el viento les demostró lo contrario. El aire, dice, se colaba como tornado entre los pasillos de las casas, tronaban los trasformadores uno a uno hasta que la oscuridad cobijó la ciudad, escuchaban romperse los árboles y cómo volaban los techos de las casas.

Leer también:

“Estuvimos en el abandono durante dos días, sin comida, sin agua, no había ni gasolina… era como una ciudad zombie, la gente peleando por sobrevivir”, lamenta.

“Yo me quedé sin trabajo por lo menos un año, porque no sólo perdí la herramienta, y aunque la tuviera, ¿en dónde voy a trabajar si ni hoteles hay? Por eso me fui, no puedo estar parado un año”.

Mariana es otra migrante que sobrevivió al huracán. Relata que quedó atrapada en el aeropuerto con otras 30 personas y personal de Protección Civil. Se tuvo que refugiar en un baño, con otras familias, porque era el único sitio sin ventanas.

“Yo sentí que nos íbamos a morir. Escuchábamos los árboles romperse, jamás viví algo así… Ahora ya no tengo nada, para qué me quedo a ver los escombros”, lamentó Mariana.

Leer también:

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios