En contraste, en Oaxaca, entidad que tiene dos casos positivos confirmados y al menos dos más sospechosos, la preocupación por el coronavirus se manifiesta de manera diferente.
Felicidad está preocupada. Sabe que personas como ella, de más 60 años y con enfermedades crónicas como la diabetes son las más propensas a este padecimiento.
Su temor aumenta porque ella y su marido, de 75 años y con una afección respiratoria de años, viven del comercio, una actividad que, de extenderse la pandemia, se paralizará en la capital oaxaqueña. Todo, dice, se trata de cuestión de tiempo.
“Sabemos que si esto no se detiene vamos a tener que cerrar. Ya escuchamos que suspendieron misas, procesiones y las clases en muchos lugares. Claro que tenemos miedo”, cuenta esta mujer de 65 años.
Como ella, en Oaxaca poco a poco la prevención ha comenzado a hacerse presente de la mano del temor. Aunque las calles de esta ciudad colonial aún registran remanentes de turistas y habitantes locales que no pueden frenar sus labores diarias, los tapabocas se han convertido en el accesorio que acompaña todas las vestimentas.
Se observan en todos lados. En la mujer que recoge a los niños de la escuela; en el hombre que recorre las calles buscando trabajo o en los turistas que aún tienen la fe de conocer algo de esta ciudad que espera.
La precaución no es demasiada. Desde hace más de una semana, desde antes de la llegada del virus, la ciudad de cantera verde, el destino predilecto por los turistas en 2019, según Viajala, una plataforma de búsqueda de vuelos y hoteles, la capital de Oaxaca ha ido acumulando medidas de protección para los ciudadanos y visitantes.
Primero fue la suspensión de eventos masivos, luego la petición de que los trabajadores del Estado más vulnerables trabajen desde casa y este martes se ha sumado el cierre temporal al público de los principales recintos culturales de la ciudad: museos, talleres, bibliotecas, entre otros.
Así, el esplendor artístico y cultural de Oaxaca se ha pagado momentáneamente y con ello llegan temores de otro tipo. Los hoteleros, por ejemplo, temen que el cierre de los recintos y la cancelación de actividades desplome la industria turística esta Semana Santa, pues al final, Oaxaca es lo que los turistas viven al visitarla. La preocupación, dicen, es que esto se extienda por meses hasta las fiestas de julio, que atraen a miles de turistas de todo el mundo.
“Esperemos a ver qué pasa con la Guelaguetza, es algo que está muy próximo, vamos a esperar a ver qué sucede”, señala Óscar Chávez, quien habla a nombre de un grupo de hoteleros que vieron, para el próximo periodo vacacional, una caída de la ocupación del 50% en sólo cuatro días.
Ni la mitad va a clases
Alejados de la preocupación de que no vengan los turistas, en las escuelas que rodean a la capital la preocupación es que el Covid-19 no se cuele a ninguna de las aulas. De cualquier forma, los directivos aseguran que saben qué hacer en caso de que eso sucediera.
Hoy pocos fueron los alumnos que asistieron a las clases. En parte porque se pidió que si alguno de ellos tenía algún síntoma de enfermedad, como fiebre o tos, debía permanecer en casa.
“Necesitamos niños sanos, una escuela sana. Vimos la manera de que el receso se haga de manera escalonada, para evitar una aglomeración. Lo mismo se aplicará a la hora de la salida”, dice Jaime Gómez, director de la primaria Justo Sierra, en Santa Lucía del Camino.
Todo esto, explica, tiene la finalidad de detectar si existiera algún niño enfermo para regresarlo a su hogar, como ocurrió este martes que una pequeña con tos no pudo tomar sus clases.
La suspensión anunciada por el gobierno federal, puntualiza, es a partir del 20 de marzo y hasta el 20 de abril, a reserva de que se presente un caso de coronavirus, en cuyo caso en lo inmediato se tendría que cerrar toda la escuela.
“Hay salones vacíos de que personal docente está enfermo y la llegada de los niños vemos que no es ni al 50%, hay mucho nerviosismo con los papás” reconoce el director y agrega que el objetivo es que esta semana los niños se vayan lo más sanos posibles mientras se determina si el aislamiento a mayor escala se hará una realidad.