Villahermosa.— “En un cuarto de siglo nos ha tocado sobreponernos a sismos, inundaciones, influenza, la ley de protección a animales y a crisis económicas, pero la pandemia del coronavirus nos ha pegado tan fuerte que será difícil recuperarnos”, comenta Ernesto Castillo Olivares, representante del circo Rudy Brothers, originario del Estado de México.
La tarde cae en Villahermosa, un viento suave, casi imperceptible, atraviesa las carpas del circo Rudy Brothers; sus banderolas en color azul y amarillo apenas se mueven, parecen cansadas, al igual que los 15 artistas.
El circo llegó hace 15 meses a esta ciudad y clavó sus estacas en un campo de futbol de una colonia marginada, la Miguel Hidalgo, a unos 200 metros del Hospital Regional de Alta Especialidad Juan Graham Casasús, que fue reconvertido para atender a pacientes con síndrome agudo respiratorio severo (SARS-CoV-2).
La familia circense, conformada también por dos niños y una mujer de la tercera edad, ya no tiene recursos económicos ni alimentos, y se encuentra con problemas de salud debido a las altas temperaturas que superan los 40 grados, y a una plaga de mosquitos que no la deja dormir. “Tenemos más de un mes tirados aquí, sin agua, comida y sin medicamentos. El calor y el mosquito son nuestros enemigos, ya tenemos a algunos enfermos por estas condiciones”, lamenta Ernesto.
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Detalla que en más de 25 años de espectáculo no habían enfrentado semejante panorama.
Con las pocas ganancias que obtuvieron de sus shows compraron ventiladores y suficiente diesel para dormir en los camarotes de tráileres; también en el interior de siete vehículos de utilería se acomodan los demás integrantes, quienes toman luz del alumbrado público con autorización del delgado del barrio popular. “¡Es triste lo que nos ocurre! Hemos sobrevivido a sismos, inundaciones y sin animales que daban vida al espectáculo, ahora nos la pasamos comprando ventiladores”, manifiesta el promotor.
A ellos no llegó la ayuda de 150 mil despensas que el gobierno del estado repartió en las zonas marginadas de Villahermosa; sin embargo, los vecinos de la Miguel Hidalgo han acudido, esta vez no como público, sino como héroes, con alimentos y medicamentos para apoyarlos.
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Desde el pasado 26 de marzo, cuando Tabasco entró en emergencia de salud por el Covid-19, esta familia aprovechó para comprar gasolina, que entonces bajó de precio. También adquirió frutas para revenderlas en calles de la zona, lo hizo durante varias semanas y de ahí obtenía un poco de dinero. Cuando comenzó la fase 3, las autoridades le prohibieron seguir con esa actividad y se quedó sin recursos.
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Así como ellos, dice Ernesto, hay otras cinco carpas cerradas —con sus artistas en iguales condiciones— distribuidas en Cárdenas, Huimanguillo, Paraíso y Centro, Tabasco.