Puebla.— El profesor de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) Raúl Dorra fue galardonado con la Medalla Francisco Javier Clavijero, por su “valiosa trayectoria académica”. La condecoración le fue entregada por el rector Alfonso Esparza.

En el paraninfo del edificio Carolino, el galardonado fue recibido por un aplauso de los académicos, amigos, estudiantes, familiares e investigadores de diversas disciplinas. Los asistentes ovacionaron de pie al maestro, quien, con la distinción, ingresa a la Academia de Profesores Distinguidos de la Máxima Casa de Estudios de Puebla.

“La medalla que hoy le entregamos es una muestra de nuestro reconocimiento a su valiosa trayectoria académica y es, a su vez, un homenaje a quien en lo cotidiano ha hecho de su vida una constante experimentación y de quien cree que la utopía debe encaminar nuestros pasos”, expuso el rector Esparza.

Además, mencionó que Raúl Dorra —dos veces condecorado con la Medalla Gabino Barreda de la UNAM y quien dice ser “antes que nada, un escritor, un hombre de letras que se siente situado en la confluencia de lo inteligible con lo sensible”— encarna el paradigma del espíritu universitario: investigación del conocimiento, libertad, respeto a la pluralidad, esfuerzo intelectual, carácter humanista, rigor científico y humildad.

“Nos encontramos frente a un gran intelectual y humanista, autor de innumerables ensayos, artículos y libros sobre el habla, la literatura y la semiótica; un narrador, poeta y traductor; un estudioso de la palabra en todas sus expresiones y contextos, aseveró.

Precisó que posee “una inteligencia lingüística que encuentra en la poesía su expresión personal predilecta y que explora en el estudio de todas las manifestaciones de la palabra”.

Asimismo, el rector Esparza comentó que hablar de Raúl Dorra es referirse a una vida dedicada al análisis del lenguaje, así como a la formación de estudiantes y escritores, aportaciones que le han valido ser miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y de la Academia Mexicana de la Lengua, así como nivel III del Sistema Nacional de Investigadores.

“La vocación docente y el espíritu científico del doctor Dorra no podrían ser de otra manera. Ha generado el aprecio, la admiración y el respeto de sus colegas, alumnos, amigos y de todos los que lo han conocido.

“Nada inesperado para quien considera que los afectos son también susceptibles de un aprendizaje: una sociedad, un salón de clases, un equipo académico siempre serán mejores si ejercitan un mejor intercambio de afectos, una acción en la que persona y grupo se construyen”, subrayó.

Recordó que en 2015 Raúl Dorra, fue seleccionado como miembro del Consejo de Administración de la Fédération Romane de Sémiotique (FRS), al tiempo que destacó que para la BUAP es un orgullo contar con una figura académica de “tan alto nivel”. “Este amante de la vida, la amistad y la palabra es, también, y en esencia, un maestro”.

No soy, estrictamente, un científico. Soy, antes que nada, un escritor.

El galardonado es traductor y estudioso de la palabra. Nació en San Pedro de Jujuy, Argentina, y es residente de México desde 1976, año en el cual ingresó a la BUAP. Por eso, expresó: “alguien favorecido por una ceremonia como la que aquí tiene lugar no puede experimentar otro sentimiento que el de gratitud”.

Asimismo, en su discurso afirmó que hoy las políticas educativas centralizadas han ido ganando terreno y con éstas, las evaluaciones cuantitativas, los criterios estadísticos, la carrera por el puntaje y la atención focalizada en el resultado.

“Ansiosos por exhibir resultados, los ideólogos del mundo contemporáneo nos enseñan a cerrar los ojos ante el proceso que ha llevado hasta tales resultados y que es lo que mejor explica. Ahora se atiende casi exclusivamente a lo que puede describirse como logro, a eso que, con una tortuosa fórmula lingüística, en nuestro medio se conoce como ‘eficiencia terminal’”, advirtió.

Por eso, aseguró, en medio de tantas transformaciones se debe aspirar a recuperar o consolidar plenamente la voz de la comunidad universitaria, con las características propias de las circunstancias actuales.

“Hay una política global de la que no podemos evadirnos, pero también hay opciones locales que es posible aprovechar. Creo que la presente administración es sensible a este respecto y ha buscado moverse equilibradamente en esa dirección, aunque sin duda esto no es fácil para una universidad pública de la magnitud de la nuestra, que crece en complejidad hacia adentro y hacia afuera dejando su impronta más allá de los salones de clase”.

La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla “es ahora un decisivo bien de la cultura y nuestra obligación, la de todos nosotros, es asumir conscientemente la responsabilidad que eso significa. Debemos, pues, elaborar un nuevo concepto —más amplio y más complejo— de comunidad universitaria y trabajar para que sea cada vez más una realidad dinámica. Avanzar en distintas direcciones con un objetivo común”.

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