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El incesante picoteo y martilleo en Jojutla, calla unos segundos. El paso de un féretro con una procesión a cuestas hace que rescatistas y brigadistas bajen la cabeza, se quiten cascos y sombreros, mientras el cuerpo de Karla, una de las víctimas del sismo, viaja lentamente hacia su última morada.
Karla Ávila Cisneros
trabajaba en el Ayuntamiento de Jojutla, tenía tan sólo 25 años y apenas en 2016 se había casado.
Ella y otras dos personas fallecieron al quedar sepultadas por el techo de la estructura del también conocido como Palacio de Gobierno, el cual colapsó por la fuerte sacudida del terremoto del martes, cuyo epicentro fue a escasos 70 kilómetros de éste municipio sureño de Morelos.
La procesión que lleva el cuerpo de Karla al panteón de las calaveras, estremece el ambiente enmarcado por cientos de inmuebles colapsados y personas que han quedado en la calle.
El féretro, simple, sin adornos ni flores y cargado por una camioneta guinda, recorre calles, casas, negocios, bancos, iglesias y escuelas derrumbadas. Sortea algunas calles y evita el centro del municipio, ya que es imposible cruzarlo debido a que algunos inmuebles de la zona pueden colapsar en cualquier momento.
Entre guitarras melancólicas, Karla es despedida. "Más allá del sol, tienes un hogar, más allá del sol", le cantaron sus familiares.
Ayer, justo cuando se decretan cinco días de luto en Morelos, Jojutla comenzó a enterrar a sus muertos, aquellos que fueron sorprendidos por un sismo sin precedentes en el estado y que en Jojutla dejó 19 fallecidos.
En el panteón de Las Calaveras, cuatro víctimas más fueron sepultadas; mientras que en el panteón nuevo de Independencia -que estaba regalando espacios para enterrar a los cuerpos-, recibía más difuntos.
afcl