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oaxaca@eluniversal.com.mx
Juchitán.— Tomás es dulce al hablar, se para al paso de los potenciales clientes por los pasillos del mercado público de Juchitán y oferta todo tipo de bolsas de plásticos, desde la más pequeña a la más grande, de 50 pesos a 200.
Hay de todo los gustos, precios, colores y diseños, su puesto es de los más vistosos del mercado, y cómo no, las flores características de los trajes regionales son las que sobresalen estampadas sobre las bolsas.
No siempre fue así, sólo cinco años atrás, las bolsas que se vendían eran de palmas o de pieles, y tampoco tenían los diseños tradicionales, esas llegaron con la moda de las artesanías en ropa y objetos, lejos de la región y fuera de Juchitán.
Las primeras bolsas, cuenta Ernesto Morales, dueño de la imprenta Istmo Grafikos, las elaboraban varios comerciantes de bolsas con las lonas estampadas de flores que se usaban como manteles, ellos no imprimían, compraban los rollos y armaban las piezas, el producto final no se comercializaba mucho en los mercados, eran sobre pedido para regalar en las fiestas.
Después, comenzaron a llegar los clientes a las imprentas a solicitar que los recuerdos para las fiestas se realizaran con las flores de los trajes regionales, luego con la forma de los huipiles, y así se fueron buscando nuevos diseños. Gustó tanto que ahora los lienzos se imprimen en la ciudad y los bolseros sólo las arman y las comercializan en los mercados de la región.
Una moda.
Es una moda, dice contundente Ernesto: “No hay más, como todo lo que novedoso, pasará un día, sólo que en estos momentos el boom está muy fuerte porque es muy económico, como los productos hechos en China, con la ventaja que los bolseros no tienen que ir hasta China”. Los lienzos los pueden encargar en las únicas tres imprentas que aún resisten a la crisis en Juchitán.
El proceso es computarizado, el diseño del cliente se imprime en las lonas a base de tinta solvente. En una superficie de metro cuadrado, el bolsero saca hasta cuatro bolsas que llegan a costar 80 pesos en el mercado local. Todo el proceso no rebasa los cinco minutos; tres para preparar el diseño y dos de impresión.
Antes de la crisis, después del terremoto, la producción era mucha, por ejemplo, en las temporadas de diciembre y mayo, con las fiestas del pueblo, una sola imprenta, de las seis que existían, hacia hasta mil 500 bolsas estampadas y en los meses normales, de 300 a 500 bolsas. En este año la producción disminuyó mucho.
Diversifican la moda. En los últimos dos años, el orgullo por lo étnico ha trasladado la iconografía de las flores istmeñas a la decoración de interiores, por lo que ahora la petición es en vinil microperforado para oficinas, negocios, restaurantes, habitaciones; el diseño se está llevando a la “personalización de espacios”.
“Es muy interesante lo que está pasando actualmente, no hace mucho, el boom estaba en las bolsas, en tazas, playeras, objetos, ahora está en los decorados de interiores. Como empresa, hemos realizado trabajos en oficinas y restaurantes, hasta en espectaculares de las letras de ciudades”, dijo.
“No sé si esto terminará, pero es para un análisis sociológico lo que está pasando con la iconografía tradicional. Lo que sí es seguro es que no va morir pronto”, explicó el impresor.