Guadalajara.— Un rayo golpeó la cabeza de la Patria que desde hace 73 años se observa desde su pedestal de la avenida Chapultepec, a 50 metros de altura, en Guadalajara. La descarga eléctrica prácticamente fundió el pararrayos del monumento y abrió un agujero en el cráneo de cantera de la mujer tallada por el escultor guanajuatense Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig, el mismo que dio forma a la Diana Cazadora que permanece inmóvil en el Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México.
Hasta antes del 8 de marzo pasado no se conocía la magnitud del daño que obligó al ayuntamiento tapatío a invertir casi 4 millones de pesos en la restauración de este sitio que hoy se ha convertido en memorial de la ignominia y muestra de que en Jalisco las desapariciones son un problema grave y cotidiano.
Francisco Ontiveros Balcázar, director de Obras Públicas del ayuntamiento de Guadalajara, explica que antes de cada marcha que se realiza en la ciudad se revisan las condiciones de los monumentos que están en la ruta de la manifestación; así, previo a la pasada marcha del 8M se inspeccionó la hoy llamada Glorieta de las y los Desaparecidos, donde concluiría la protesta de ese día.
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“Nos percatamos de que existía un desprendimiento de material en la parte de la cúspide de la estructura y lo que determinamos en esa ocasión fue colocar señalética para que la marcha se llevara a cabo, porque la seguridad no eran todavía una condicionante; parece ser que fue un rayo, de hecho, el pararrayos estaba en muy malas condiciones y lo que hicimos fue ya retirar toda la infraestructura vieja y después colocar nueva”, señala.
Los festejos del “señor Presidente”
En 1951 el entonces gobernador del estado, José de Jesús González Gallo, dispuso que el 5 de marzo de ese año, como parte de “los festejos en honor del señor Presidente de la República”, Miguel Alemán Valdés, se inauguraría oficialmente en Guadalajara el monumento a Los Niños Héroes, una explanada elevada con dos rampas diseñada por el arquitecto Vicente Mendiola, que en su centro alberga una columna de cantera en cuya cúspide se yergue la figura femenina que representa a la patria; abajo, en la base de la columna, las figuras de bronce de los cadetes heroicos empuñan sable y fusil sobre la frase lapidaria: “Murieron por la patria”.
De acuerdo con las notas periodísticas del día siguiente, el llamado Cachorro de la Revolución fue recibido por cientos de personas y miles de niños de escuelas públicas y privadas que se reunieron en torno al monumento colocado en el extremo sur de la antes llamada avenida Lafayette. “La llegada del señor Presidente fue saludada con una salva de 21 cañonazos y los honores de ordenanza”, relata la nota publicada por el diario El Informador.
Ontiveros Balcázar explica que se estima que la intervención en el monumento se extienda hasta principios de septiembre: “Es una intervención de seguridad en la que estamos dando mantenimiento en la parte alta de esta pieza, algunas piezas estaban flojas y en riesgo de caer, las estamos volviendo a consolidar, vamos a realizar el colado en la parte de arriba, que también estaba expuesto ya; tenemos programado que sea un trabajo de tres meses aproximadamente”.
Hace tres semanas comenzó a crecer en torno al monumento el andamio que da seguridad a quienes laboran en su restauración, y mientras un equipo trabaja en la limpieza de toda la escultura raspando la cantera para retirar el guano de las aves, otro se ha desplazado al municipio de San Miguel El Alto, en la región de Los Altos de Jalisco, para buscar cantera similar a la original y sustituir las piezas que faltan.
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Un lugar de protesta y memoria
En marzo de 2011 Guadalupe Aguilar cumplía dos meses de estar buscando a su hijo, José Luis Arana Aguilar, y acudió a un evento en la Glorieta de los Niños Héroes; por su cabeza pasó la idea de que debería existir un sitio en la ciudad que se convirtiera en referencia de la búsqueda de las personas desaparecidas, “pero era muy temprano todavía”, dice quien dos años más tarde fundó el primer colectivo en Jalisco de familiares que buscan: Fundej, o Familias por Nuestros Desaparecidos Jalisco.
De acuerdo con los registros oficiales del gobierno estatal, además del hijo de Guadalupe Aguilar, siguen sin ser encontradas 329 personas que desaparecieron aquel año.
La glorieta, rodeada ahora por edificios que superan por mucho su altura, comenzaba a colocarse en el imaginario colectivo como un punto dónde levantar la voz y el 1 de diciembre de 2014, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, miles de personas, principalmente jóvenes indignados por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, decidieron plantarse afuera de la sede de la FIL, en Expo Guadalajara, y caminar desde ahí hasta la Glorieta de los Niños Héroes; desde entonces, sin planearlo, los colectivos de búsqueda se apropiaron de ese espacio y comenzaron a reunirse ahí para manifestarse de diferentes formas.
El 24 de marzo de 2018, tras la desaparición de Javier Salomón Aceves Gastélum, Jesús Daniel Díaz García y Marco Francisco García Ávalos, estudiantes de cine de la Universidad de Medios Audiovisuales CAAV, otra vez los jóvenes de la ciudad decidieron hacer suya la causa de las familias que buscan, y tras convocar a una marcha multitudinaria que partió de la Glorieta de los Niños Héroes, colocaron en ella una gran lona para renombrarla como Glorieta de las y los Desaparecidos.
Desde entonces los diferentes colectivos de búsqueda del estado han acudido a colocar en este punto lonas y losetas con las fotografías y fichas de búsqueda de decenas de personas que han desaparecido en Jalisco.
Hoy se restaura el monumento, pero el problema que lo ha resignificado persiste: oficialmente el gobierno de Jalisco reconoce que 15 mil 25 personas siguen desaparecidas en la entidad y más de la mitad (8 mil 560) fueron vistos por última vez en los municipios de Zapopan, Guadalajara, Tlajomulco, Tlaquepaque y Tonalá.
