Juchitán.— En un año, el flujo migratorio que atraviesa el territorio oaxaqueño colapsó diversos servicios de seis municipios del Istmo de Tehuantepec y exhibió la debilidad de autoridades municipales en materia de atención médica y sanitaria.
Desde el puente fronterizo entre Oaxaca y Chiapas, en Los Corazones, a lo largo de casi 120 kilómetros sobre la carretera Panamericana, caminando, en mototaxis, taxis o en aventones, las personas en tránsito —hombres, mujeres y menores de edad de al menos 16 países de tres continentes— atraviesan cinco municipios del oriente antes de llegar a Juchitán.
De acuerdo con datos oficiales del gobierno de Oaxaca, sólo de mayo a agosto suman más de 56 mil las personas migrantes que han cruzado el estado, la mayoría durante julio. En el módulo de San Pedro Tapanatepec se han atendido a más de 4 mil personas en ese periodo.
Apenas la semana pasada el gobierno estatal reconoció que se han presentado problemáticas que afectan a la ciudadanía, pues muchos extranjeros se quedan estacionados por varios días en ciudades del Istmo de Tehuantepec, complicando la prestación de servicios a los locales.
Pese a ello, el gobierno de Oaxaca asegura que el tema migratorio no está dentro de las facultades ni responsabilidades estatales, y sólo trabaja en coordinación con el gobierno federal en la instalación de 80 retenes dentro de la entidad, para contener el flujo de personas.
Elementos del Grupo Beta, del Instituto Nacional de Migración (INM) salen al encuentro de los extranjeros. Dicen que tienen prohibido dar entrevistas, pero permiten fotografías, sin sus rostros, en los momentos en que auxilian a los migrantes con agua, suero, atún y galletas. Los niños van en hombros de los mayores o en brazos de mujeres adultas. Muchos menores van solos.
Desde Los Corazones, los migrantes abordan mototaxis de San Pedro Tapanatepec, que los dejan bajo el puente El Jícaro o Pascual Fuentes. De ahí se suben a otro mototaxi que los acerca a la desviación de La Blanca, en Santiago Niltepec, que a su vez los acerca a Santo Domingo Ingenio; luego toman otro mototaxi rumbo a La Venta, Juchitán.
Por cada tramo pagan entre 200 y 300 pesos, dicen las autoridades de Tapanatepec, Humberto Parrazales, y de Zanatepec, Tania Isabel Escobar. Esto ya colapsó el servicio del transporte público municipal porque los mototaxistas ya no dan servicio a la comunidad, que paga 15 pesos por viaje.
A San Pedro Tapanatepec, donde funciona un albergue que permite a los migrantes una estancia máxima de dos días, llegan unos 400 extranjeros por día, indica el edil Humberto Parrazales.
Durante agosto, el flujo migratorio se intensificó en Juchitán, donde los pobladores han comenzado a resentirlo, pues ha trastocado el servicio de autobuses, los servicios de envíos de dinero y los negocios de internet, en los que buscan ingresar a la aplicación CBP One para tramitar citas en la Oficina de Aduanas de Estados Unidos.
En las principales avenidas de la ciudad, donde abundan los comercios, hay decenas de familias, muchas venezolanas, pidiendo dinero para continuar su viaje, y en las centrales camioneras cientos de extranjeros, africanos en su mayoría, permanecen hasta tres días porque no hay boletos para salir antes.
Para la directora de Salud del gobierno juchiteco, Lilibeth Jiménez, en esa zona hay riesgos sanitarios porque las personas en tránsito “desechan basura, defecan y orinan al aire libre, comen ahí mismo, y enviamos brigadas de limpieza y fumigación, pero son muchos”, dice. No se quedan, se van, pero en menos de 12 horas llegan más.
Usuarios de autobuses se quejan de que desde hace al menos tres semanas pasan medio día formados con unos 200 extranjeros para comprar boletos a la ciudad de Oaxaca.
“Hay una sola ventanilla”, dice molesto Iván Regalado, uno de los usuarios sorprendido por la magnitud de este flujo migratorio.
Ante la molestia de las familias juchitecas, el presidente municipal de Juchitán, Miguel Sánchez Altamirano, señala que pedirá a las empresas camioneras que formen filas para migrantes y otra para las familias juchitecas.