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Los albañiles que lograron salvar su vida de milagro, en el derrumbe de un centro comercial, donde murieron ocho trabajadores de la construcción y 15 resultaron lesionados, cobraron una indemnización de diez mil pesos , incluyendo el pago de la segunda y última semana, que les cubrió la empresa propietaria del proyecto de tres pisos, que se colapsó el 11 de octubre.
Dos de los trabajadores, rechazaron la oferta del abogado patronal porque, afirmaron, de acuerdo a la ley, les correspondían aproximadamente 60 mil pesos , por concepto de tres meses de salario por la terminación de la relación laboral, prima de antigüedad, aguinaldo y vacaciones, además de la reposición de herramienta que se quedó sepultada bajo los escombros.
En vísperas de que este jueves se cumplan dos semanas del derrumbe que dejó ocho trabajadores de la construcción sin vida y 15 lesionados , la mayoría de los afectados ya recibió una indemnización; pero afirmaron fue muy por debajo de lo que les correspondía, no obstante que el abogado de la parte patronal, aseguró que todos fueron liquidados al cien por ciento de lo que establece la ley.
Sin aceptar la asesoría de un abogado, con tal de “no pelear” y así evitar entrar a la lista negra de trabajadores conflictivos, doce albañiles y ayudantes de albañil, se presentaron a cobrar su liquidación, en la Junta Especial número 14 de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje , donde fueron atendidos por el abogado Marco Antonio Vargas, representante de la empresa Plaza VL0 SA de CV, propietaria del proyecto que se colapsó el pasado once de octubre.
Vargas informó que hasta hoy se ha atendido a siete familias de los ocho obreros que murieron, y sólo queda pendiente la indemnización a los deudos de un trabajador, debido a que se presentaron tres mujeres con hijos reclamando ser la esposa o concubina del fallecido, y la autoridad debe resolver a quién se entrega la liquidación.
Al día de hoy sólo tres trabajadores siguen bajo tratamiento médico y uno de ellos, Juan Manuel Márquez Morón, continúa hospitalizado en la clínica 17 del Seguro Social. Por ley, mientras no sanen de sus lesiones, no se puede dar por concluida la relación laboral, explicó el representante de la empresa.
El abogado afirmó que este miércoles fueron liquidados conforme a la ley, los doce trabajadores restantes, debido a que ya no hay obra para que continúen laborando.
Sin embargo, dos maestros albañiles se negaron a firmar, pues afirmaron que a todos pretendían darles diez mil pesos por igual, incluyendo la última semana de raya, sin tomar en cuenta su antigüedad y el salario que percibían.
“Para un chalán (ayudante) que tenía una semana y media con un sueldo de mil 800 pesos, sí le fue bien; pero yo tenía más de un año trabajando, y ganaba tres mil 500 por semana, me correspondían como 60 mil pesos, ya incluyendo la indemnización, prima de antigüedad, vacaciones, y aguinaldo, además de la reposición de herramienta.
Entre los que firmaron por diez mil pesos, había quienes tenían derecho a 30 mil o más, explicó el abogado laboralista, Luis Martínez, quien ofreció brindarles asesoría, pero los trabajadores se rehusaron, para “no quemarse” con los patrones. Ahí estuvieron, Luis, plomero, que acudió apoyado en unas muletas, y el maestro albañil, César, con una mano vendada.
El Jhony, uno de los que aceptó los diez mil pesos, estaba molesto, pues comentó que ya descontando la raya de la última semana, la indemnización terminó siendo de siete mil 500 pesos, dinero que utilizará para reponer la herramienta que se quedó bajo los escombros, pues sin ella, sólo podría trabajar como ayudante.
Las penurias que han pasado estos días, señalaron, los hicieron aceptar el monto ofrecido por la empresa, a sabiendas de que difícilmente ese dinero les alcanzará para Navidad, temporada en la cual su trabajo escasea, pues empiezan las obras a partir de febrero.
Los testimonios de los trabajadores, contradijeron la versión del representante de la empresa quien aseguró, por decisión de su patrón que es una persona de mucho respeto y compromiso moral, “se les cubrió todo lo que la ley nos obliga”, al igual que a los familiares de siete de los ocho fallecidos, y que en su caso, de acuerdo al abogado Mario Amaya, sería el equivalente a cinco mil días de salario (arriba de 400 mil pesos), más gastos funerarios.
Pero además, expuso Amaya, podrían reclamar un tercio más de la indemnización, en caso de acreditarse que la muerte del trabajador, fue por negligencia del patrón en la observancia de las medidas de seguridad.
Para Juan de Dios Sánchez Martínez, con cuatro décadas de ejercer la medicina del trabajo, los albañiles son los invisibles de esta sociedad, migrantes de la pobreza del campo y de ciudades más pequeñas, que con estudios cuando mucho de secundaria, se fletaron tres o cuatro años en las grandes urbes para aprender el oficio, ganando mil 500 pesos semanales en promedio como ayudantes, y dos mil 500 como maestros.
Desempeñan los trabajos más pesados y peligrosos, sin importar las condiciones climatológicas de frío o calor extremo. A los 40 años de edad, muchos de ellos sufren lesiones severas en la columna, que los inhabilitan para el oficio, cuando todavía no tienen pagada la casa del Infonavit ni han concluido la educación de sus hijos.
Y dado que los patrones los registran con el salario mínimo, o muy por debajo de lo que ganan, al jubilarse, si es que alcanzan las semanas de cotización, reciben pensiones de dos mil 600 pesos mensuales, sin poder educar a sus hijos para que tengan un futuro distinto y las más de las veces quedan destinados a desempeñar el mismo trabajo.
El IMSS califica la albañilería con el nivel 5, de máximo riesgo, y el patrón debe cubrir cuotas más altas, pero quienes pagan siempre las consecuencias, muchas veces a costa de su vida o de lesiones que los incapacitan de manera permanente, son los trabajadores, expuso el doctor Sánchez.
Propuso que en la legislación laboral y/o de obras públicas, exista la obligación para que en cualquier edificación, junto a la placa de inauguración, se inscriban los nombres de trabajadores que hayan perdido la vida o resultado lesionados.
Y que, del mismo modo, también se diga si durante la construcción no hubo pérdida de vidas, lo cual ayudaría a crear conciencia sobre la importancia de reconocer y valorar el trabajo de los albañiles, que además de la corrupción que implica el uso de materiales inadecuados por parte de constructores deshonestos, muchas veces mueren por el ego de algún accionista inmobiliario o arquitecto, que pretenden obras caprichosas por su altura o concepción estética, sin medir los riesgos que implica su realización.