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Paulatinamente, la actividad en el puerto de Coatzacoalcos retoma su ritmo y prueba de ello es que sus habitantes aprovecharon la tarde de este sábado para descansar, jugar en la playa y comer en la costera.
Tras la masacre ocurrida el pasado martes en el bar “El Caballo Blanco” , que ha dejado hasta el momento un saldo de 30 personas fallecidas , la actividad se había tornado casi nula, hasta hoy en que al parecer la llegada de visitantes reanimó parte del ritmo al que está acostumbrada vivir la ciudad.
De esta manera, los diferentes negocios de convivio y comida que se encuentran ubicados sobre la avenida John Spark se ven más animados y los jóvenes visitantes acuden para pasar el resto del día.
En tanto, algunos turistas, así como habitantes de la zona, aprovechan que el sol ha comenzado a descender y calor ha bajado a 29 grados para jugar futbol y voleibol playero, mientras que otros sólo corren a la orilla de la playa mojándose los pies.
Resulta pintoresca la presencia de un grupo de monjas que acudieron a jugar a la orilla del mar, para luego terminar su jornada caminando sobre la arena de regreso a la ciudad, en lo que rezan un rosario para agradecer el fin de la jornada.
Al fondo, el sol se torna en matices rojos y anaranjados, antes de desaparecer en el horizonte, mientras que uno de los habitantes come uno de los raspados que los tradicionales vendedores ofrecen en sus carritos a quienes visitan la arena costera de Coatzacoalcos.
“Coatzacoalcos es hermoso a pesar de todo, es una lástima que la delincuencia se haya salido de control”, comparte otro habitante, quien amablemente recomienda visitar el Museo del Faro, el cual resulta ser la antigua casa del guardafaro y en cuyo interior se encuentra una sala de exhibición de la cultura olmeca.
Otros más sugieren el Museo de Arqueología Olmeca,que también se encuentra a la orilla del mar, entre avenida Independencia y Constitución, erguido a manera de pirámide y en cuya cima se encuentra Quetzalcóatl, para recordar la leyenda y la razón del nombre de Coatzacoalcos, que significa “lugar donde se esconde la serpiente”.
Y es que, según cuenta la leyenda, este habría sido el lugar donde Quetzalcóatl se escondió al ser perseguido por Huémac, de ahí que se le definiera como el escondite de la Serpiente Emplumada, personaje que muchas culturas mesoamericanas mencionan.
De esta manera, el sábado llega a las últimas horas de su jornada y la música comienza a sonar en algunos centros de la costera, mientras que la Policía local, en coordinación con la Marina, continúa sus rondines para garantizar que la seguridad prevalezca para habitantes y visitantes del lugar.