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Monterrey, NL
En los últimos cinco años, al menos cuatro mujeres que se realizaron cirugías plásticas para embellecer su cuerpo murieron por complicaciones o malas prácticas médicas. El deceso más reciente ocurrió el pasado 15 de mayo, cuando un médico pediatra practicó una liposucción en la que perforó el intestino delgado de la paciente, lo que le ocasionó una peritonitis aguda y en pocas horas, la muerte.
De acuerdo con los datos de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (ISAPS, por sus siglas en inglés), en el país se realizaron en 2017 más de 520 mil cirugías plásticas, de las cuales aproximadamente 20% —unas 100 mil— se practicaron en Monterrey por profesionistas certificados.
El Colegio de Cirujanos Plásticos, Estéticos y Reconstructivos de Nuevo León detalla que el costo de una cirugía estética oscila entre 10 mil y 200 mil pesos —dependiendo lo que se requiera—, lo que convierte a esta rama de la medicina en una de las más lucrativas y campo fértil para la incursión de charlatanes sin preparación que no dan los resultados que prometen.
Luis Fernando Lira Menéndez, presidente del Colegio de Cirujanos, estima que por cada médico reconocido y certificado hay 10 que practican cirugías plásticas sin contar con las credenciales necesarias, “pues hay hasta un técnico en laboratorio químico que realiza estos procedimientos, lo cual es delito de usurpación de profesión”.
El prestigio de los cirujanos plásticos de Nuevo León ha incentivado que desde hace años estrellas del mundo del espectáculo acudan a Monterrey a practicarse operaciones que no siempre terminaron exitosamente.
El caso más famoso ocurrió el 20 de agosto de 1997, cuando la popular actriz y cantante Lucha Villa quedó en coma tras someterse a una liposucción. Aunque salió con vida, terminó con graves secuelas que la obligaron al retiro definitivo y dejar atrás una exitosa carrera artística de casi 40 años.
Los casos más recientes
El 4 de abril de 2014, Martha Érika Valdez Páez, de 32 años, dejó a dos niñas y un niño en la orfandad, al morir por una tromboembolia por grasa multiorgánica durante una liposucción practicada por el cirujano Víctor Mario Chavarín —certificado con el registro 1055—. Fue hasta junio de 2017 cuando el médico fue condenado a la reparación del daño por 452 mil pesos y suspensión de licencia por un año.
El 11 febrero de 2015, Karla Alejandra Quinto Morán, de 40 años, falleció durante una intervención para aumento de busto, liposucción y arreglo de glúteos en un centro de especialidades médicas de la colonia Obispado. La familia desistió de presentar demanda contra el cirujano Gustavo Castillo Guzmán —con certificación 884—.
El 13 de abril de 2015, durante una cirugía de rejuvenecimiento facial, en la clínica Sedu, del doctor Jesús Enrique Sepúlveda Durán, perdió la vida Enriqueta Margarita Reyna Sáenz, de 45 años, por un “choque hipovolémico secundario a aneurisma disecante roto no traumático de la arteria hepática”, sin responsabilidad para el galeno.
Según la autopsia, la mujer murió a consecuencia de una peritonitis aguda secundaria, por una perforación del intestino delgado.
El pediatra fue presentado ante la Unidad de Delitos Culposos de la Fiscalía General de Justicia del estado y buscaba un acuerdo económico con familiares de la víctima, sin que se diera a conocer el fin del proceso.
Al respecto, el presidente del Colegio de Cirujanos Plásticos del estado admite que este incidente afectó a su gremio, pues mucha gente difirió o canceló cirugías programadas; sin embargo, aclara que toda intervención bien manejada, en buenas manos y condiciones óptimas “son cirugías que tienen un riesgo cercano a cero, por debajo de .1% de complicaciones”.
“Sin querer ser agresivo, pero sí claro, la culpa la tienen los pacientes, porque van con alguien sabiendo que no es un cirujano apropiado que esté certificado; van a un lugar que no es un hospital y buscan precios demasiado económicos y se arriesgan a esas cosas”, estima Luis Fernando Lira Menéndez, presidente del Colegio de Cirujanos del estado.
“Imagínese que usted tiene un buen carro, de marca, y lo lleva al taller de la esquina. Igual, si te vas a lanzar de paracaídas, no compras el más barato, sino el que te garantizan que abre”, ejemplifica.
Lira Menéndez explica que En Nuevo León hay unos 170 cirujanos plásticos certificados por el Consejo Mexicano de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, de los cuales 100 están en el Colegio que preside.
“Se calcula que por cada cirujano plástico certificado, hay unos 10 que no lo son; es mucha la gente fuera del orden y es lo que ocasiona desenlaces fatales”, añade.
Detalla que la gente no profesional suele usar materiales como aceite comestible o de motor, silicones y sustancias no permitidos en la práctica, ya que muchas veces no producen reacciones inmediatas.
El árbitro médico
A pesar de la gran cantidad de cirugías plásticas que se realizan cada año en Nuevo León, hasta el mes de mayo sólo se habían presentado dos quejas ante la Comisión de Arbitraje Médico de Nuevo León (Coesamed); el año pasado se levantaron seis quejas; cinco en 2017 y sólo seis en 2016.
Francisco Javier Arreola Villarreal, subcomisionado Médico de la Coesamed, afirma que parte del problema con los cirujanos plásticos es también con los pacientes, pues algunos cargan patologías dañinas.
“Nos topamos a veces con personas que tienen un perfil sicológico que se llama dismorfia, que nunca va a estar de acuerdo con su aspecto y hagan lo que hagan los cirujanos no van a dejarlos satisfechos”, explica, y agrega que también hay pacientes que piensan que las quejas son como en Estados Unidos: al inconformarse obtendrán una buena indemnización.
“Pero los libros dicen claramente que en una liposucción hay 30% de posibilidades de que surja una complicación; es un procedimiento a ciegas donde vamos a hacer una incisión pequeña, a pasar una cánula en abanico y por ahí hay vasos sanguíneos que se pueden perforar, escaparse grasa al torrente sanguíneo y, donde tape, ahí habrá problemas. Eso está descrito en los libros, pero si se los dicen, no se operan”, explica Arreola.
Por su parte, Omar Alonso del Castillo, subcomisionado Jurídico de la Coesamed, reconoce que hay un alto porcentaje de gente que tiene desconfianza con la comisión; “el paciente cree que estamos a favor del médico, y el médico, que estamos a favor del paciente; pero aquí debemos ser totalmente imparciales, porque tenemos responsabilidad penal y civil si nos cargamos por alguna parte”.
En tanto, el titular de la Comisión, Ángel Arnoldo Abrego Treviño, considera que la mística de la Medicina se ha perdido por lo económico y esto propicia que los usuarios de servicios médicos sean víctimas de quienes no están preparados.