Lleva años recorriendo y viviendo en Europa y Asia, ahora desde Rusia el científico mexicano Rodrigo Rivera Castro trabaja con inteligencia artificial que evita el o insumos en grandes empresas dedicadas al consumo.

En sus años infantiles y juveniles era un "nerd" que pasaba las horas en los videojuegos , hoy a sus 34 años juega con todo tipo de variables que evitan que productos comestibles en empresas de todo el mundo vayan a parar a la basura.

“La ciencia para mí ha sido como un ecualizador de oportunidades,

hacer ciencia me ha permitido colaborar, compartir y discutir con los mejores científicos de las mejores universidades del mundo, los más preparados. Me da orgullo que un mexicano esté al mismo nivel que ellos”, expresa, con orgullo.

Era el único niño de su escuela primaria que utilizaba la red para enseñarle a sus compañeros de clase, hasta que se convirtió en un científico de alto rendimiento especialista en Inteligencia Artificial que domina cinco idiomas (español, inglés, francés, alemán, Italiano y en menor medida ruso).

Lucha científica contra el desperdicio de comida

En México, las empresas - estima- desperdician casi la mitad de toda la comida que generan en el país, debido a que el producto se descompone en un punto de la cadena de producción.

Desde la universidad Skoltech Skolkovo Institute of Science and Technology de Moscú, se planteó la pregunta “¿qué debo ajustar en mi negocio para disminuir el desperdicio?” y entonces por medio de algoritmos y variables (desde ubicaciones de celulares, clima, lugar del punto de venta, eventos deportivos) determina cuánto producto se podrá vender y entonces evitar el desperdicio.

Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos , 11.4% de la producción local de frutas se desperdicia. Y la Sedesol México indica que 37% de todos los alimentos producidos en México acaban en la basura.

Con tan solo 34 años de edad, Rivera Castro cuenta con amplio currículum, actualmente está a poco de concluir su doctorado en Moscú, Rusia, pero para el joven científico, el mundo aún tiene mucho por mostrarle y él quiere conocerlo todo, ver variables y ecuaciones que están allí afuera, visibles para él, pero invisibles para otros.

De Toluca para el mundo

Nació en creció entre videojuegos y muchos libros, su madre escritora, investigadora y profesora en Letras Modernas en el Tecnológico de Monterrey y su padre un periodista de la ciudad. Ha recorrido medio mundo en empresas mostrando las bondades de la Inteligencia Artificial.

En Toluca vivió hasta los 17 años y, gracias a un intercambio estudiantil vuela a Francia en donde concluyó la secundaria. Ese viaje a Rodrigo le despertó aún más curiosidad por conocer el mundo, aún no quería regresar a México, le atraía la cultura y el idioma alemán, así que se inscribió y estudió cuatro años de bachillerato en aquel país de la Unión Europea.

Posteriormente Rivera Castro ingresó a estudiar a la Universidad Técnica de Munich (TUM) Ingeniería en Informática y concluida ésta, ingresa a la Maestría en negocios internacionales por parte de la Universidad Nacional de Singapur (NUS), la Prague University of Economics and Business en República Checa, y la Universidad Bocconi en Milán, Italia.

La aplicación de la en términos prácticos, explica el joven científico, es para que las empresas dedicadas al consumo, disminuyan el desperdicio de los productos que ofertan, esto es, que la tienda de supermercados sepa cuántos productos va a enviar a sus diferentes puntos de venta.

Rivera se define a sí mismo como un informático y lo que hace le define como estimación de demandas de productos.

Una vez concluido sus estudios en Moscú, regresará a México a trabajar un tiempo, ya que así lo exige la beca Conacyt, aunque confiesa que, a la hora de trabajar con sus pares mexicanos, descubre que tiene otra forma de investigar y de hacer las cosas, diferentes puntos de vista que le dio su formación profesional y laboral en diferentes puntos de Europa y Asia.

“Quiero dar clases, desarrollar investigación y todo eso hacerlo tangible, que no quede en un libro, sino que sea un producto que pueda ser consumido por empresas o personas”, dice.

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