Hermosillo.— Ceci Patricia Flores Armenta sólo tiene miedo a morir antes de encontrar a sus hijos; su amor de madre la ha llevado no sólo a buscar respuestas de los jefes de los cárteles y del gobierno, sino también a tener el coraje para renegarle a Dios, a San Judas y a la Virgen; quiere a sus dos hijos de regreso en casa.
Se convirtió en madre buscadora cuando hombres armados se llevaron a su hijo Alejandro, de 21 años, el 30 de octubre de 2015, en Los Mochis, Sinaloa. Ahí terminó su vida de felicidad.
Cuatro años después, la madrugada del 4 de mayo de 2019, hombres armados se llevaron a otros dos de sus hijos, Marco Antonio, de 31 años, y Jesús Adrián, de 15. Días después, sicarios le regresaron a su hijo menor vivo.
La desaparición de los dos jóvenes motivó la creación del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, que bajo su liderazgo ha encontrado más de 630 personas desaparecidas en fosas clandestinas, expuestas, y un sinnúmero de restos humanos calcinados.
La fuerza de esta mujer, de 48 años de edad, nacida en Baja California y criada en Sinaloa, brota desde su amor de madre que la empuja a buscar a sus hijos entre montañas de tierra y no claudica en el intento, a pesar de que ha llorado a mares.
Uno de los pasajes más difíciles, pero también esperanzadores, lo vivió en febrero de 2021, cuando tras una llamada anónima encontró un cuerpo decapitado con pertenencias de su hijo; las pruebas de ADN le confirmaron que no era. Volvió a clavarse en el fondo de su dolor.
El 24 de noviembre pasado, en el marco de la Tercera Brigada Estatal de Búsqueda, junto al colectivo hermano Todos Somos Erick, de Baja California, recibió un reporte sobre dónde podría estar su hijo.
Era la carretera 20 Sur Final, en un camino de terracería, hacia el Oriente, en el Poblado Miguel Alemán, Costa de Hermosillo. En el lugar hallaron 23 fosas clandestinas, la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE) reportó 25 cuerpos, algunos calcinados, y otros restos óseos. Ella asegura que son más de 50.
Y pese a que han pasado más de dos meses, las integrantes del colectivo aún no reciben los resultados de las comparativas genéticas, y la zozobra de Ceci Patricia continúa.
Los numerosos hallazgos no van a la par con la coordinación gubernamental que la líder del colectivo anhela. Existe un gran rezago en las comparativas genéticas, el acompañamiento policial en el campo de búsqueda y no hay quien les ayude a suplir las mínimas necesidades, no obstante, la voluntad es inquebrantable.
Su activismo ha traspasado fronteras. Junto con Adi Carrillo, dirigente del colectivo SOS (Save Our Souls) Rescate y Búsqueda de Arizona, han logrado localizar a 200 personas vivas en el gran desierto entre Sonora y Arizona.
La contactan de centro y Sudamérica para que les ayude a buscar a familiares desaparecidos en su camino a Estados Unidos. Tienen más de 2 mil fichas de migrantes desaparecidos.
Su mayor reclamo es que, hasta el momento, la FGJE no ha integrado ninguna investigación a la carpeta de su hijo Marco Antonio, y todo lo que está en ella ha sido su propia contribución.
Dice que desde que denunció la desaparición de su hijo sintió que no iba a recibir apoyo de parte de las autoridades y se convirtió en una madre buscadora.
Ha tenido roces con la fiscal Claudia Indira Contreras Córdova, por la lentitud con la que avanzan las investigaciones, además de que percibe que su labor de búsqueda es minimizada.
“Si la fiscalía en lugar de ponerse en nuestra contra se pusiera a disposición, hiciera una mesa de trabajo y nos coordináramos, tuviéramos muchos logros, pero nos trata como si siempre estuviéramos de pleito”.
Al titular de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas, José Luis González Olivarría, le reprocha la falta de empatía con el colectivo, pues con todo el presupuesto que maneja ni una botella de agua o un sobre de suero les ha proporcionado.
“El comisionado me dijo: ‘Retírate, y vas a ver que trabajo’. ¿Cómo puede él, como máxima autoridad de búsqueda pedirle a una madre que se retire para hacer su trabajo?, ¿por qué me tengo que retirar para que haga su trabajo?”, se cuestiona.
“¿Y sabes cuál es el problema?, que nosotras, un puño de mujeres del monte, le ponemos el ejemplo a todas las autoridades porque nosotras evidenciamos a las malas autoridades.
“Nosotros caminamos sobre un panteón clandestino que estaba oculto, lo destapamos, no querían que hubiéramos buscado”, puntualiza.
“El estado tiene toda la tecnología y no colabora en nada, el comisionado compró una máquina forense, camionetas, un camión para sacar pruebas de ADN, y tantas familias sin hacerse la prueba, no la usa, o sólo está maquillando millones de pesos”, agrega.
Tras el asesinato de la integrante del colectivo Gladys Aranza Ramos Gurrola, ocurrido el 15 de julio de 2021, quien había recibido amenazas de muerte para que dejara de buscar a su esposo, Ceci Patricia recibió un mensaje de sentencia: “Sigue usted”.
Y volvió a recibir amagos, si continuaba con las búsquedas de desaparecidos. por esa razón fue acogida por el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, por amenazas de muerte, desde el 28 de julio de 2021.
Interpuso una denuncia ante la fiscalía estatal y proporcionó el número de celular con el que la estaban amedrentando y los mensajes que le llegaron por redes sociales, pero las investigaciones no han prosperado.
A inicios de 2022, hizo un videollamado a los jefes de los cárteles delictivos para pedirles permiso para realizar búsquedas de personas desaparecidas, “porque ya nos dimos cuenta quién manda y en manos de quién estamos”. A consecuencia de ello, el presidente Andrés Manuel López Obrador instruyó al subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, a atenderla. Le pidió que haga lo necesario para que pueda regresar a Sonora.
“No quiero ser una mantenida del gobierno, el lugar donde estoy es muy lujoso, pero no es lo que yo quiero, lo que yo necesito del gobierno es que me ayude a recuperar a mis hijos. No me quiero morir en la lucha, si encuentro a mis hijos y me matan, pues ni modo, va a valer la pena porque voy a recuperar lo que es mío.
“El gobierno tiene toda la tecnología y las herramientas para investigar de dónde salieron las amenazas que llevaron a mi desplazamiento. No ocupo lujos, necesito regresar al monte”, dice.
Pero sí tuvo respuesta: “Me habló una persona y me dijo que yo no me cuidara de los cárteles, que me cuidara del gobierno, que porque nosotras, si perjudicamos a alguien, es al gobierno porque poníamos en evidencia la ineptitud”.
“Ellos [los cárteles] nos respetan porque no les hacemos daño. Aparte me dijo la persona que me habló que, nosotras, las Madres Buscadoras, éramos la única esperanza de que el día que él desapareciera su mamá lo buscará”.
El hombre le aseguró que ellos no van amenazando a nadie, “no tengo nada en contra de usted, ni de alguna madre buscadora”.
Ceci Patricia le preguntó si sabía algo de su hijo Marco Antonio y le contestó que no, y si lo supiera se lo diría porque la ve sufrir.
Su lucha no tiene fin, a pesar de que sufrió la experiencia de ser encañonada en una búsqueda.
“Si me matas, verás mi cara en el rostro de tu madre”, fueron las palabras con las que Ceci Patricia sorprendió al sicario y que le salvaron la vida.
Eso sucedió la mañana del 23 de octubre de 2019, en el camino que conduce a La Ostionera 2, de Puerto Peñasco, Sonora.
Las Madres Buscadoras estaban acompañadas del grupo de búsqueda Armadillos de Arizona, a quienes mostraban siete fosas que habían localizado.
Ceci Patricia fue interrogada por los hombres armados y le exigieron que “no venga a calentarnos el terreno”.
“Madre, aquí [en las ostioneras] sólo hay gente mala, ningún inocente”, le confió el gatillero.
A pesar de las amenazas realizaron el mayor hallazgo que han tenido a la fecha, fueron 58 cuerpos enterrados.
“Yo no concibo esta vida sin mis hijos, yo necesito seguir en el camino, en el monte, buscando y encontrando para poder respirar, para sentir, porque en cada cuerpo que hemos encontrado siento una poca de paz”, dice.
Sus compañeras de búsqueda, Baudelia y Lilly, le reconocen su espíritu solidario, que busca hacer de los peores momentos un espacio de hermandad, es madre, amiga, compañera y sicóloga.
Siempre está dispuesta a escuchar a las demás madres y dar consuelo a alguien más.