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Inconsistencias dejan en impunidad tiroteo en Temixco que causó seis muertos

El asesinato de un agente en 2015 activó la pugna entre líderes criminales y policías, que desembocó en los hechos del 30 de noviembre

Agentes de la Policía Morelos acudieron el 30 de noviembre la casa 238, tras ser alertados de que había hombres armados. (MARGARITO PÉREZ. CUARTOSCURO)
11/12/2017 |09:00Justino Miranda / Corresponsal |
Redacción El Universal
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estados@eluniversal.com.mx

La fiesta en la casa de los Valdez Chapa se prolongó por varias horas y eran tantos los invitados al festejo religioso de un menor, que dos niños durmieron en una camioneta Audi estacionada en el garaje de la casa. Alrededor de las 03:00 horas del jueves 30 de noviembre, la algarabía fue alterada por detonaciones de arma de fuego.

Un grupo especial de la Policía Morelos forzó la chapa de la puerta principal con una barreta y después irrumpió porque, según sus informes rendidos ante el Ministerio Público, recibieron datos de que en esa casa de la calle Francisco I. Madero, en la colonia Rubén Jaramillo, había gente armada y tenían en su poder a personas privadas de la libertad.

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Inconsistencias dejan en impunidad tiroteo en Temixco que causó seis muertos

Las detonaciones despertaron a los niños que dormían dentro de la camioneta en el garaje; de súbito quedaron en medio de los disparos, cita un informe policial. Fueron “rescatados” por los agentes y metidos a un vehículo oficial.

—¿Quienes están ahí adentro? —les preguntaron.

—Mis papás —contestaron los menores.

—¿Y quién es tu papá? —insistieron los policías.

—José Antonio Valdez Chapa —respondió uno de los niños.

El oficial se comunicó con el C5 y de inmediato supo que el hombre refugiado en ese domicilio era el mismo que enfrentaron el 3 de diciembre de 2015 en la colonia Papayos de Cuernavaca, donde murió un agente de investigación asignado al seguimiento de Valdez Chapa, conocido como El Señor de la V.

En ese encuentro de 2015 fue abatido también Óscar Valdez Chapa, hermano de José Antonio; en la casa los policías encontraron armas de fuego largas y cortas y vehículos. Detuvieron a cuatro integrantes de la banda. Valdez escapó. Las pruebas puestas a disposición fueron insuficientes para vincularlos a proceso. A partir de ese momento se acentuó la rivalidad entre el comisionado Capella y El Señor de la V, por el asesinato del agente de investigación, del hermano del presunto criminal, y la facilidad con que quedaron en libertad.

Según el comisionado, la incursión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y del Cártel del Sur a Morelos responde a la guerra entre grupos criminales por dominar el territorio Guerrero, Estado de México y Puebla, cuya “frontera se desbordó”, y gente que viene de la Ciudad de México.

De Tlacotepec, Guerrero, a Morelos

Un diagrama de la Comisión Estatal de Seguridad (CES) identifica a Valdez Chapa como líder del Cártel del Sur; y a Crispín Gaspar, también habitante de Temixco, como cabeza del CJNG. Ambos surgieron en Morelos tras el abatimiento de Arturo Beltrán Leyva en diciembre de 2009.

La investigación sobre Valdez Chapa refiere que comenzó su carrera delictiva en Tlacotepec, Guerrero, al lado de su primo Onésimo Marquina Chapa, El Necho, líder Los Rojos en esa entidad. Valdez fue jefe de plaza de Los Rojos en Tlacotepec y después se movió a Chilpancingo. Desde entonces lo vinculan con secuestros, robo, extorsión, tráfico de drogas, delincuencia organizada, trata de blancas, robo de infantes y tráfico de órganos, “por lo cual su detención es de suma importancia y relevancia para el estado de Morelos, debido a los antecedentes criminales registrados en su actuar delictivo tanto en el estado de Morelos y Guerrero”, cita un expediente policial.

Ya en Morelos, El Señor de la V afianzó una alianza con el cártel de Los Lino, una célula de Los Rojos, mermada por la detención de 18 de sus integrantes en marzo pasado, en un rancho situado en Tlaltizapan, al sur de Morelos, y adjudicado a José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, Guerrero, dice el informe policial. El diagnóstico policial indica que los cárteles del Sur y CJNG disputan el mercado de las drogas en Morelos ante la ausencia de grupos preponderantes en la entidad. Estos dos grupos, dice Jesús Capella, enviaron avanzadas desde 2015 para controlar la zona sur del estado (Puente de Ixtla, Xochitepec, Jiutepec, Emiliano Zapata y Temixco).

Inconsistencias dejan en impunidad tiroteo en Temixco que causó seis muertos

Seguimiento al Señor de la V

El 13 de enero de este año lo detectaron en el mismo domicilio donde se realizó el primer enfrentamiento a balazos de 2015. Ese día llegó un grupo armado, presuntamente del CJNG, para matarlo. La Policía Morelos detuvo a seis personas, entre ellas, José Antonio Valdez, lo puso a disposición con armas de grueso calibre, cartuchos útiles, dinero y seis vehículos, pero tres meses después alcanzó su libertad. Al parecer, la puesta a disposición no fue por un delito grave.

Cinco días después de la detención aparecieron en Cuernavaca cuerpos desmembrados con mensajes escritos, atribuidos al CJNG.

La tercera

El 30 de noviembre una denuncia alertó a la Policía Morelos de que en la casa 238 de la calle Francisco I. Madero había hombres armados y posiblemente personas secuestradas. Cuando acudieron, dice la carpeta de investigación, los policías visualizaron a dos integrantes de la familia con armas de fuego y por eso entraron a la casa, pero fueron atacados a balazos. Los policías repelieron la agresión y así comenzó el fuego cruzado, afirmaron los agentes.

Ese día la Policía Morelos realizó tres operativos en la colonia Rubén Jaramillo y detuvo a siete personas en total, entre ellas, José Manuel, primogénito de Crispín Gaspar, supuesto líder del CJNG. El comisionado Alberto Capella aseguró que pondría a disposición a cuatro policías para ser investigados, pero no lo hizo, sólo entregaron las armas de cargo.

Por inconsistencias en los informes policiales y tras los resultados de la criminalística y balística de campo, la juez Nancy Aguilar resolvió dejar en libertad a todos los detenidos.

Entonces comenzaron las contradicciones entre los informes que rindieron los policías captores y los resultados periciales en campo respecto al supuesto fuego cruzado, las armas usadas para disparar, el desvanecimiento de las huellas dactilares en las armas.

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