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Juan “N”, un veinteañero estuvo 13 horas en la cárcel municipal de Torreón, conocida como “los separos de la Colón”. Una de las 41 cárceles municipales de Coahuila a las que la Comisión de Derechos Humanos del Estado (CDHEC) emitió recomendaciones por irregularidades, mal trato o carencias que atentan contra los derechos humanos.
Todo comenzó cuando Juan cruzó un retén de alcoholímetro con tres cervezas en la sangre. “Me dijeron que salí con estado de ebriedad, no lo podía creer”, platicó Juan, quien an fue llevado a la prisión municipal donde le aseguraron que un médico lo revisaría y confirmaría o no su nivel de alcohol. Su coche se lo llevó la grúa.
Era sábado por la noche. Juan se encontró con mucha gente en la sala de espera antes de entrar a las celdas. “Ya no va a venir ningún médico, viene hasta el lunes”, le dijeron.
Juan y otro amigo esperaban. Después de cuatro horas, lo pasaron a una celda junto a 10 personas. Eran las 4 de la mañana. “El lugar está muy feo, no son camas, es cemento. El baño es una taza de metal. No tenían agua los baños ni hay papel higiénico y no hay separación. Era un foco de infección, no pides baños de lujo, pero era una cosa que atentaba contra tu salud”, narró Juan.
Jesús Alberto Rodríguez Cantú, segundo visitador de la CDHEC en Torreón y uno de los que supervisaron la mitad de las cárceles en Coahuila, apunta que estas malas condiciones de higiene son constantes en la generalidad de las cárceles. “Los temas de higiene y reparación de servicios sanitarios se hallan en toda la entidad”, comenta. “Es indispensable que se implementen brigadas de higiene más en centros de detención. Hay más flujo”, agrega.
La falta de un médico dictaminador es otra de las observaciones que hizo DH, como fue el caso de lo que vivió Juan. Sin embargo, hay municipios pequeños como Abasolo o Escobedo, que en medio año no han reportado una detención e inclusive el director funge a la vez como juez calificador. No cuentan con médico ni trabajadora social, porque no es redituable para los municipios.
Los barrotes de las celdas de Torreón dan al aire libre. Juan dice que por fuera pasaban ratas. A las personas les avientan cobijas. “Huelen horrible y tienen piojos”.
Ni agua les ofrecen
Nadie les hacía caso. En toda la madrugada, a Juan no le dieron ni agua para beber. “Entiendo que no te traten como si estuvieras en un hotel, pero no somos delincuentes”, criticó.
Otra recomendación de la CDHEC es dotar de tres comidas diarias a los detenidos. En algunos municipios, dice Rodríguez Cantú, quien atiende ese derecho son las familias de los detenidos.
Hasta las 10 de la mañana, relata Juan, las autoridades de los separos dejaron entrar a representantes de Alcohólicos Anónimos para invitar a la gente a que acudiera a las juntas de rehabilitación. Ellos llevaban burritos, pero no alcanzaba para todos. También dejan entrar a personas de una iglesia cristiana.
El segundo visitador de la Comisión, Jesús Alberto Rodríguez, recordó que hace dos años también se hicieron recomendaciones a los municipios y a la fecha persisten muchas de las mismas prácticas y condiciones en las cárceles locales.
“En algunas sí hay avances, otras en el momento hacen limpieza, remodelaciones, pero al tiempo hacemos otra vez recomendaciones. No hay continuidad en aplicar”, recriminó.
La CDHEC emitió 41 recomendaciones, una por cada cárcel municipal que existe (Saltillo y Ocampo tienen más de una); sin embargo, en términos generales se recomendó realizar labores permanentes de limpieza, higiene y desinfección; dotar de agua corriente, instalar lavabos y crear áreas destinadas para el ingreso de adolescentes, mujeres y personas con preferencias sexuales diversas.
Además, muchas planchas de descanso son eso, planchas de cemento, sin ninguna colchoneta o sábana limpia. En otros casos no hay un libro de registro de ingresos de detenidos, por lo que no se asientan los datos relativos a las condiciones de ingreso o a los bienes que se resguardan durante el internamiento.
Eliseo Cabrales Saldaña, presidente del Tribunal de Justicia Municipal de Torreón, comentó que inmediatamente que les hicieron las observaciones, empezaron a cambiar algunos rubros, principalmente el levantamiento de una separación entre el escusado y las planchas. Sin embargo, algunos trabajadores dijeron no estar de acuerdo con esa medida, pues explicaron que muchas personas llegan muy intoxicadas y aprovechan esa separación para esconderse.