Más Información
Luigi Mangione se declara inocente por asesinato del CEO de United Healthcare; abogada acusa “teorías jurídicas contradictorias”
Trump declarará a cárteles como organizaciones terroristas; "fui muy duro con México, hablé con la nueva presidenta"
Sheinbaum responde a Trump sobre declarar a cárteles como organizaciones terroristas; rechaza injerencia extranjera
Tlahuelilpan.— Ha pasado un año, el alfalfar es el mismo, pero luce distinto, la hierba verde del 18 de enero de 2019 ha dado paso a un campo seco y triste. Cruces y capillas lucen al fondo como recuerdo de aquellos que perdieron la vida en una de las tragedias más grandes de Hidalgo: la explosión de un ducto de gasolina.
Fueron 137 vidas segadas por el infortunio, la ignorancia, la pobreza y la curiosidad, pero también por el delito. Todos los ingredientes estaban puestos: en esos días había escasez de combustible y en la región el robo de hidrocarburo era constante.
Aquí, en uno de los campos de cultivo en el lugar de la explosión, está Juan, vecino de la comunidad de El Cerro de la Cruz y empleado de los dueños del predio.
Juan recuerda que el día de la explosión era mucha la curiosidad: todos salían de sus hogares, en auto, motocicletas y a pie, con bidones para recolectar el combustible.
—Estaba ese día en la casa y desde ahí alcanzaba a ver el chorro de gasolina, se veía como fuente y le decía a mi esposa ¿Y si voy?, entonces ella contestaba: “Estás loco, ¿a qué quieres ir” (...) pude haber sido yo.
—Aquí se hablan muchas cosas, la mayoría dice que el número oficial de personas que murieron no es ni la mitad de las víctimas reales —comenta bajo el sol.
Juan trabaja con los propietarios de la milpa, dice que el dueño original del terreno es un hombre de edad avanzada, quien le ha dejado el predio, de aproximadamente siete hectáreas, a sus hijos.
Contrario a las versiones sobre que el terreno fue adquirido por los deudos de las víctimas o por el gobierno, Juan señala que es mentira. El lugar está bajo investigación y no ha sido liberado por las autoridades.
—A mí me dijeron que viniera, porque el predio ya lo iban a liberar y había que comenzar a trabajar. No sé qué tengan pensado, esté muy difícil. Imagínese sembrar maíz aquí donde murió tanta gente.
Vestido con sus prendas de trabajo, Juan cuenta que la parte del terreno donde se pretende hacer un mausoleo está en posesión de los familiares de las víctimas; sin embargo, aquí vienen muy poco.
—Se espera que el sábado haya misa, pero yo creo que muchos ya se olvidaron de lo que pasó, así es la muerte y así es la vida.