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alby.garcia@clabsa.com.mx
Iztapalapa.— Martha Patricia Pastor Gil, dueña del negocio familiar Calaveras Paty, ha sido la “aliada” de la catrina por más de 20 años. Con sus manos, modela cuidadosamente a la huesuda: es su musa.
Varios kilos de azúcar, agua y un fuego envolvente son los elementos para hacer magia en el taller de Paty. Como si se tratara de un convenio, las creencias de los antiguos mesoamericanos, la religión católica y el amor por el azúcar convergen para dar existencia a estos dulces mexicanos.
“Lo principal para que crezca un negocio es que te guste y que haya mercado al que vender”, comenta.
Un aroma dulce invade alcaldía. En una casa-habitación de la alcaldía de Iztapalapa, Martha Patricia, su familia y algunos vecinos producen en masa las famosas calaveras de azúcar que embellecen los altares de Día de Muertos.
En un rincón cerca del cielo, el segundo piso de la casa de doña Paty, seis personas trabajan en sinergia para sacar poco más de 500 dulces por día, en una jornada de trabajo de hasta 12 horas seguidas.
Trabajando al ritmo de una estación grupera, el padre de Patricia, de 87 años, dirige a los jóvenes que con entusiasmo baten los ingredientes para crear la calavera perfecta.
Frente a una olla, la amiga de la catrina, Paty, calienta el azúcar blanca por aproximadamente hora y media, hasta que llegue a un color bronce o como los chefs lo llaman, “caramelizado”. Después se retira del fuego para batirla como si fuera chocolate y enseguida meter el elixir en embudos que ayudarán a ponerlo en moldes de barro con la figura de la calaverita.
Una vez adherida el azúcar en los moldes, se les quita el exceso para que queden huecas y posteriormente se dejan secando para que después sean decoradas con los colores llamativos que harán revivir a los muertos en su día.
Una microempresa. La dueña del negocio comenta que ha podido contratar al menos a 10 personas, fuera de su familia, quienes ayudan a crear y decorar cerca de 500 cajas de calaveras por día.
La microempresaria admite que para cubrir los pedidos que le llegan debe empezar desde julio y termina el último día de octubre, justo en las celebraciones de muertos.
Asimismo, explica que por el momento sólo se dedica a crear calaveras de azúcar, pues absorbe más tiempo del que se cree.