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Cuernavaca.— Al fiscal de Morelos, Uriel Carmona Gándara, lo sitiaron desde las 06:30 horas. Su casa, la universidad de su hermana y la calle que lleva el nombre de su abuelo, Manuel Gándara, fueron copadas por elementos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, apoyados por infantes de la Marina y elementos de la Comisión Estatal de Seguridad.
El cerco policial fue establecido en un radio de 300 metros en el barrio emblemático de Amatitlán, a unos 200 metros del Palacio de Gobierno y del Tribunal Superior de Justicia, con cuyos titulares mantenía diferencias y los acusó de torcer la ley. Ambos poderes lo señalaban de irregularidades en la integración de las carpetas de investigación y de permitir la impunidad en 95% de los casos.
Durante su atrincheramiento de casi ocho horas, el fiscal expuso su caso ante la opinión pública a través de los medios, en cuyas entrevistas acusó que su inminente detención tenía un trasfondo político por proteger al gobernador Cuauhtémoc Blanco de las carpetas de investigación que tiene el Ministerio Público, entre ellas, la indagatoria sobre la fotografía donde aparece con tres líderes criminales.
Carmona intentó evitar la ejecución de una orden de aprehensión en su contra y buscó el amparo de un juzgado federal en la Ciudad de México para hacer valer su fuero constitucional, pero nunca llegó.
Mientras sus abogados tramitaban el amparo, el fiscal acusó a la exjefa de Gobierno de la Ciudad, Claudia Sheinbaum, y la fiscal capitalina Ernestina Godoy de orquestar la detención, seguramente, dijo, con el respaldo de la Presidencia de la República para quitarlo.
“Nunca imaginé este desenlace. No sé qué me fabricaron. Puedo ser objeto de tortura para obligarme a renunciar a la fiscalía, porque se trata de quitarme. Temo por mi vida”, declaró el fiscal al periodista Joaquín López Dóriga y agregó que es “víctima de lo que ya es prácticamente una dictadura”.
Más tarde, Sheinbaum Pardo negó algún asunto político detrás de la detención del fiscal morelense. “No es un asunto político, es un asunto de justicia. La fiscalía de la CDMX vuelve a dar un ejemplo de cero impunidad en delitos contra las mujeres”, declaró.
Se entrega
Pasadas las 14:30 horas, los infantes de la Marina relajaron el cerco y movilizaron sus unidades. El dron comenzó a girar con mayor intensidad porque el fiscal había decidido entregarse de manera voluntaria a cambio de que no catearan su domicilio. Ordenó a su equipo videograbar la entrega y permitió el ingreso del agente del Ministerio Público de la FGJ-CDMX.
El agente ministerial atravesó la puerta y leyó la orden de aprehensión, así como sus términos, mientras el dron sobrevolaba más bajo la casa del fiscal. El ministerial también le mostró la orden de cateo que no ejecutaron por cortesía a la investidura del fiscal.
Enseguida, Carmona Gándara pidió garantías para su familia, entre ellos tres menores de edad, y el comandante Tacuba, conocido por el fiscal, le prometió que no le pasaría nada.
“Acuérdese que somos compañeros, a cualquiera le puede pasar esto, ¿no?”, esgrimió el fiscal.
Antes de subir al rinoceronte de la Comisión Estatal de Seguridad (CES) y ser llevado a esa dependencia para su certificación médica, el fiscal se quitó el saco, lo entregó a sus colaboradores y empezó su travesía. Más tarde aterrizó un helicóptero de la Marina en ese mismo sitio para trasladar al fiscal a la Ciudad de México.