Yuliana Pineda Villaseñor tiene 34 años, es diseñadora de imagen y una de las cinco personas de la comunidad lésbico-gay que registraron su precandidatura como aspirantes a una alcaldía. Buscan ser abanderados de la coalición Michoacán al Frente, conformada por PRD, PAN y MC.
Yuliana es transexual y quiere ser la candidata al ayuntamiento de Lázaro Cárdenas, un municipio con alta violencia, discriminación y ataques hacia la comunidad LGBTTI.
Junto con Yuliana, Víctor Manuel Calderón Gutiérrez, Ariana Aguilar Rafael, Lucía Cabañas Quezada y Ramiro Rico Alborán solicitaron su registro ante el PRD el pasado 15 de enero para ser los candidatos en Uruapan, los dos primeros en fórmula, Apatzingán y Tuzantla, respectivamente.
Yuliana acepta que pertenecer al primer grupo de personas de diversidad sexual que buscan una candidatura será un gran reto, pero también un buen desafío social.
Coméntenos de ese reto.
—Es un reto para nosotros, encabezados por Víctor Calderón, quien nos ha impulsado a que sigamos defendiendo nuestros derechos, porque los transexuales existimos y tenemos los mismos derechos que cualquier ser humano. Buscamos otro tipo de derechos porque como transexuales sabemos lo que sufrimos: discriminación verbal, ataques físicos muchas veces; entonces sólo para poder defendernos tal cual.
Háblenos de Lázaro Cárdenas.
—Para mí es algo fuerte. Pero el miedo no me va a detener, porque sí es algo violento mi municipio, mi estado, pero aquí seguimos en la lucha.
¿Se ha enfrentado a la discriminación en este proceso de registro?
—Hasta ahora no. Hemos tenido mucha apertura; el año pasado el gobierno nos abrió las puertas para hacer el Primer Foro Estatal de Mujeres Trans aquí en Michoacán, y se hizo en Casa de Gobierno. En los registros en el partido del que somos militantes (PRD) y hoy precandidatos, no hemos sufrido esa exclusión… sigue la lucha para ser candidatos.
¿Considera que van a enfrentar a una sociedad discriminatoria?
—Sí, claro. Estoy segura de que voy a tener esos pequeños roces, alguna discriminación o algún recelo de alguien que acepte o vea la realidad, que aquí estamos nosotras.
¿Cómo ve a la gente el 1 de julio?
—Sí las veo un poco difíciles, porque seguimos viviendo en una cultura machista; entonces ésa es nuestra tarea que hemos llevado desde hace tiempo: sensibilizar, educar para que se nos permita seguir avanzando.
¿Cómo le ha ido a usted?
—Mi peor experiencia podría ser que muchas veces los propios miembros de la comunidad LGBTTI seamos los verdugos. En este caso nosotras llevamos muchas veces doble discriminación, pero si nos sumamos, si dejamos el egoísmo y recelos con nuestra propia familia, nos vamos a fortalecer y poder seguir sacando el trabajo de cualquier mujer y hombre transexual.
¿Va por todas las canicas?
—Sí, voy con todo. Si gano, gano dignamente; si pierdo, pierdo también con la frente en alto, pero no voy a quedar en la lucha.
¿Qué es lo que busca?
—Busco una inclusión social, laboral y, en este caso, hasta política para poder hacer un buen trabajo como representante de mi comunidad. Somos un grupo vulnerable que muchas veces no lo tocan algunos políticos por prejuicios, pero yo estoy aquí en representación de mi comunidad porque sé lo que es llevar esto muy a pecho.