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La desaparición
El 16 de enero del 2021, Ana Yuritzi llegó con su hermano Joaquín a Cuernavaca a comprar juguetes para sus hijas por el Día de Reyes.
Ese día, Joaquín regresó a Chilpancingo; Ana Yuritzi decidió quedarse para hablar con Adrián, un hombre que la contactó por las redes sociales para ofrecerle invertir en tiendas de ropa.
Ana Yuritzi estaba desempleada desde hace un par de años, vendía lo que podía para sobrevivir junto con sus hijas; tener un negocio no le pareció mala idea en ese momento.
El día 17, Ana Yuritzi terminó de hacer las compras y esperó para verse con Adrián. Todo ese tiempo estuvo en comunicación con su madre, atenta de cómo estaban sus hijas en Atoyac.
Ana Yuritzi —por instinto tal vez— envió a su madre el nombre de Adrián y una fotografía de él.
Su mamá la presionó para regresara lo más pronto porque sus hijas la querían ver.
“Nada más como y me regreso”, respondió Ana Yuritzi, pero no volvió.
Al día siguiente, Joaquín volvió a Cuernavaca, su hermana estaba ilocalizable, no respondía el celular, no se comunicaba.
Joaquín no esperó más: presentó una denuncia por desaparición ante la fiscalía.
Desde entonces, Joaquín no ha parado de buscar a su hermana. La mayoría de las veces lo hace con sus recursos, por su cuenta ha obtenido la mayoría de datos y evidencias.
Con la fotografía que Ana Yuritzi envió a su madre, Joaquín descubrió que Adrián no era Adrián sino José Adame Gómez. Descubrió, también, un dato que lo aterró: era buscado por las autoridades por la desaparición de otra mujer.
Joaquín logró, por su cuenta, reconstruir esas últimas horas en las que el celular de su hermana estuvo activo. Ubicó el trayecto que hizo José Adame con su hermana, desde que fue por ella al hotel hasta que llegaron a la casa de renta.
En el último punto, la casa de renta, Joaquín ubicó la señal de otro celular, que un mes después se enteró que era de Octavio, la ex pareja de Ana Yuritzi
Las otras víctimas
El sospechoso
En 2018, Ana Yuritzi vivió seis meses con Octavio. Renunció a su plaza como profesora en Atoyac y se mudó junto con sus dos hijas a Cuernavaca.
La relación terminó cuando la joven descubrió que Octavio era casado pero, sobre todo, por la violencia a la que la sometía junto a sus hijas.
“Nosotros nos dimos cuenta que vivió sufrió violencia extrema con Octavio, la golpeaba, la amenazaba”, recuerda Joaquín.
La violencia era constante. Una vez, cuenta, Octavio amenazó a Ana Yuritzi con una pistola, después le ponchó las llantas de su auto a balazos. Otra vez, su hermana tuvo que pasarle a una vecina a las dos niñas por la parte de atrás de la casa porque Octavio la estaba golpeando.
Incluso, Joaquín mostró un video de cómo se ve a un hombre, que identificó como Octavio, intentando brincar la barda de la casa de Ana Yuritzi.
Después de todo eso, Ana Yuritzi decidió dejarlo y regresar a Atoyac. En su pueblo, sin trabajo comenzó a vender productos de belleza, artículos por catálogo y ropa.
Ana Yuritzi era la responsable de sus dos hijas, su esposo falleció cuatro años atrás en un accidente automovilístico.
Joaquín está seguro que Octavio es el autor intelectual de la desaparición de Ana Yuritzi. Pero llevarlo ante la justicia ha resultado casi imposible.
En la primera detención, a Octavio lo acusaron del delito contra la salud, el juez de control lo dejó en libertad, pese a que acreditó que su número de celular que había estado el mismo día, la misma hora y en el mismo lugar donde ubicaron por última vez el de su hermana.
Joaquín no desistió: la FGM casi un año después volvió a solicitar una orden de aprehensión contra Octavio.
“Hasta enero del 2022, no había ningún registro de que lo estuvieran buscando. En marzo, nos comenzamos a quejar ante organismo de derechos humanos, ante el Conavim y eso provocó su segunda detención”, relata.
El 18 de marzo, lo detuvieron, al día siguiente fue la audiencia de vinculación.
En la audiencia, el agente del MP cometió un error: leyó ante el juez el número de celular de Octavio de forma equivocada: uno con terminación 100, cuando el correcto es con terminación 1000.
La defensa de Octavio se aferró al error del MP y el juez lo dejó en libertad.
De inmediato, Joaquín exigió a la fiscalía que solicitará nueva orden de aprehensión. Lo volvieron a detener y el 24 de marzo de nuevo estaba en la audiencia de vinculación.
En esta ocasión, el abogado de Octavio argumentó: “¿Cómo se sabe que el número de celular que ubican en la casa de renta es de Octavio?”.
“Efectivamente la ley no obliga a los usuarios a registrar los número telefónicos. Compras un chip y si quieres lo pones a tu nombre. De ahí se agarró la defensa: nada les aseguraba que el número del celular estaba a nombre de Octavio”, explica Joaquín.
En las dos audiencias, dice Joaquín, el MP no argumentó lo suficiente las evidencias que responsabilizan a Octavio.
“Octavio fue detenido el 15 de febrero junto con José, al hacerle la pericial al teléfono, el IMEI es el mismo que estuvo en Tequesquitengo el 18 de enero. Lo que pasa es que cambió de número pero siguió utilizando el mismo equipo y sigue siendo el mismo IMEI”, dice.
Joaquín afirma que de acuerdo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en los casos de desapariciones, las pruebas circunstanciales son igual de importantes que un señalamiento directo.
“Es decir: no hay un video, un audio, un testimonio directo pero los antecedentes de violencia, las amenazas constantes, que su celular haya estado ese día y que haya sido detenido con el principal responsable, José, lo pone como un probable responsable”, asegura.
Pero Joaquín tiene un dato más para afirmar que Octavio es el autor intelectual de la desaparición de su hermana: “Platiqué con los policías ministeriales que los detuvieron. Uno de ellos me dijo que los separaron, que José luego luego cantó: `yo se la entregué a Octavio y la tiene viviendo como su mujer ́ y también reconoció a Octavio como su jefe”.
El problema es que esta declaración José Adame no la hizo ante el juez y eso le quita el valor jurídico.
—¿Ustedes conocían a Octavio?, se le preguntó a Joaquín en entrevista con EL UNIVERSAL.
—Sí, sí lo conocíamos, ellos vivieron como pareja, él no vino a Guerrero pero nosotros íbamos a Cuernavaca a verlos.
—¿Saben a qué se dedica Octavio?
—A nosotros nos decía que tenía unos ranchos y si tenía sus vacas, pero ya haciendo la investigación descubrimos que es de los principales generadores de violencia, que ya lo tiene identificado la fiscalía local y las autoridades federales.
—¿En la delincuencia organizada?
—Le hicieron una red de vínculos y lo vincularon con una organización criminal de Iguala, ¿Con cuál? La verdad no sé.
—¿No han recibido algún tipo de amenaza?
—No hemos recibido amenazas porque hasta ahora lo involucramos en el caso, pero él me vio en la sala de juicios, si noté que me echó miradas intimidatorias pero hasta ahí; no descartamos que intenté algo.
—Viendo el perfil de Octavio, ¿No tienes miedo?
—Sí, pero si me quedaba callado va a seguir libre, que esté consciente que desapareció a una mujer, que desapareció a la madre de dos niñas, que le quitó la hija a una madre. Sabiendo eso él no puede seguir tan tranquilo.
—¿Él tiene otras investigaciones?
—Sé que tiene otras, algunos fiscales me han dicho: `sabemos a qué se dedica, sabemos qué hace´, pero no lo detienen. No me consta si hay corrupción o qué cosa.