Zamora.— Después de Morelia, Zamora es el segundo municipio más violento de Michoacán en materia de homicidios dolosos. Del 1 de enero al 30 de abril de este año han sido asesinadas en el municipio 140 personas, de acuerdo con las cifras del informe diario del gobierno federal.
Las calles lucen casi vacías después de las nueve de la noche en la cabecera municipal y comunidades. La gente tiene miedo de ser asesinada o quedar en un fuego cruzado, pues el narco está presente en todos lados.
Zamora es considerada la cabeza de la serpiente del llamado Corredor de la Muerte, integrado por 12 municipios en la franja fronteriza de Michoacán con Jalisco, donde pelean el territorio el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Cárteles Unidos.
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Las áreas de inteligencia y habitantes relatan que el crimen organizado ha estado enquistado desde hace varios años en la mayoría de los sectores sociales de esta localidad. Refieren que los grupos operan, vigilan y protegen sus actividades delictivas desde una base social que en muchos casos ya es parte de esas organizaciones delincuenciales.
“Ya me da miedo saludar hasta al vecino o a la vecina, porque ya no sabe uno si está con la gente mala o es de los que todavía no se corrompe”, reconoce una comerciante ambulante del centro de Zamora, que pide omitir su nombre por seguridad y temor de que le pase algo; así es el ambiente aquí.
La mujer de avanzada edad cuenta que hace un par de meses requirió el pago por un terreno que le heredó su esposo y por necesidad tuvo que vender. Recuerda que al intentar cobrar el dinero y realizar el trámite para el cambio de propietario, el notario la mandó con una corredora de bienes y raíces.
“Esa mujer, junto con su esposo, son quienes controlan todo ese tema y le reportan a la gente mala y tuve que pagar una cuota muy cara para que me pagaran el terrenito. O sea que en todos lados están metidos los malandros y no hay nadie que pueda hacer algo para detenerlos”, lamenta la mujer quien es profesora jubilada de secundaria.
La incursión
Ante este clima de violencia, autoridades de diferentes niveles pusieron en marcha un despliegue interinstitucional denominado Blindaje Zamora, desde el pasado 21 de abril, en el que participan elementos de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, del Ejército Mexicano, así como de la Guardia Nacional (GN) y policía municipal.
En un principio, el despliegue arrancó con patrullajes y revisiones en las zonas con mayor incidencia de narcomenudeo y homicidios dolosos y que para las autoridades son los focos rojos, como en las colonias Valencia primera sección, Valencia segunda sección, El Vergel, La Libertad, Juárez, Salinas de Gortari, Alta Mira, Ramírez, Jacinto López y El Porvenir.
En esos lugares no hay un sólo espacio en el que los criminales no tengan tentáculos o halcones que les avisan de la presencia de elementos de seguridad o gentes desconocidas que se acerquen. Los vecinos alertan de inmediato a los delincuentes del operativo y a distancia se aprecia la huida por las azoteas y por terrenos baldíos.
Sin embargo, a pesar de que van pocos días del despliegue mixto, ya logró algunos resultados, como el cierre de varias tienditas de droga y la captura de dos de los principales objetivos criminales generadores de la violencia en la zona: Gustavo “N” El Gusano y Erick Enrique “N” El Pollo, detenidos el 22 y 25 de abril, respectivamente; ambos presuntos lugartenientes de Cárteles Unidos.
La fiscalía de Michoacán informó que El Gusano está relacionado con una decena de delitos cometidos en la región. Aparece como presunto responsable de homicidio, secuestro y tentativa de homicidio; seis de sus víctimas fueron mujeres. El Pollo, por su parte, tiene en su contra dos órdenes de aprehensión por homicidio calificado y tres más por secuestro agravado.
El cáncer de la venta
El narcomenudeo es uno de los principales negocios en disputa de las organizaciones criminales, como lo constató EL UNIVERSAL en un recorrido por la zona, en uno de los despliegues de seguridad.
Desde menores de edad que sin pudor presumen que quieren ser sicarios, hasta jóvenes (hombres y mujeres) y adultos mayores, que se involucran en la venta de droga.
José Ortega Silva, subsecretario de Operación Policial de la SSP Michoacán, explica que el aumento de homicidios atiende a la pelea que hay entre los grupos delincuenciales.
Durante uno de los recorridos en la colonia Los Laureles, el mando policial y sus elementos desarticularon una célula de narcomenudeo. Luego de una persecución por las calles de ese lugar conocido como El Calcetín del Diablo, fueron detenidos cinco hombres y dos mujeres. Los implicados traían varias dosis de cristal y marihuana. Los empaques tenían un holograma con las siglas del CJNG.
A las personas capturadas les confiscaron dos motocicletas con reporte de robo que, de acuerdo con Ortega Silva, son utilizadas para la distribución de la droga y para asesinar, aunque los dealers son quienes mayormente engrosan las filas de las personas asesinadas a tiros.
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Sí hay temor
Y, después de muchos años, regresó la confianza de los otros niveles de gobierno a la policía municipal. Esta corporación empezó a ser depurada desde hace cinco meses y hoy en día forma parte de los operativos.
José Alberto Sánchez Espinoza, director de Seguridad Pública de Zamora, expuso que la diferencia en este operativo y de anteriores administraciones es que ya hay un estado de fuerza municipal confiable.
“Anteriormente no había una fuerza de Estado municipio-estado-Federación y hoy estamos más unidos que nunca y eso es lo que hace la diferencia”, dice.
Sin embargo, un elemento de la corporación que pidió anonimato reconoció que sí hay temor, debido a que son susceptibles para algún atentado o venganza, pero también está en juego la vida y seguridad de sus familias.
“Sí me da miedo de que un día nos maten, como lo han hecho con otros compañeros, pero me saca adelante el valor y el deseo de que mi familia y la ciudadanía puedan regresar a vivir un día en paz”, cuenta el policía.
Manifiesta que lo más triste que ha vivido es cuando sus compañeros son asesinados en el cumplimiento de su servicio y calcula que va a tardar algo de tiempo para que Zamora regrese a la tranquilidad.
El oficial, con 18 años de trayectoria, cuenta que cada vez es más difícil realizar su labor, por la disputa territorial entre los cárteles. “Siempre sales pidiéndole a Dios poder regresar con vida. Yo creo que es lo más difícil: salir de la casa y despedirte de tu familia, sin saber si a lo mejor ya no podrás regresar”.