Tienen casas de campaña enviadas por el gobierno de China, baños, comida tres veces al día, área de lavado y zona de esparcimiento, sin embargo, están hartos de vivir en un albergue. En este refugio, instalado en el campo deportivo Niños Héroes, brotó el fastidio de los damnificados por el sismo del 19 de septiembre.
“Nos dan de comer puro huevo, las niñas ya no quieren huevo. No hay nada, no hay ni un pedacito de carne, puro huevo y sardina, sardina, sardina”, dice Santa Ferrer Gocelis mientras agita sus manos para expresar su malestar.
A 16 días del terremoto que cobró la vida de 17 personas en este municipio, Santa casi suplica a los grupos de apoyo enviar verduras, carne, “aunque sea pollito” para nutrir a los niños.
Santa, de unos 65 años, y otros vecinos del refugio piden a las autoridades locales revisar sus casas, diagnosticar el daño por el sismo y, en su caso, notificar lo más pronto posible si pueden regresar a ellas.
En este campo deportivo instalaron 75 casas de campaña, pero sólo 80% están habitadas, pues en los próximos días el resto serán entregadas a otros damnificados.
En la casa caben dos catres y una cuna. Éstas fueron llevadas el sábado pasado por el gobierno federal y junto con elementos de la Policía Federal (PF) las instalaron. El refugio está bajo la responsabilidad de los gobiernos federal y municipal. Por la zona rondan los agentes federales.
Los encargados revisan la cloración del agua, la limpieza de baños, comedor, cocina, regaderas y lavaderos. La recolección de basura es constante y los inquilinos colaboran manteniendo sus espacios limpios.
Y aunque el albergue es considerado por el gobierno federal como ejemplo de atención, los inquilinos expresan su hartazgo por el cambio radical de vida que sufren.
“No es una cosa bonita estar aquí. Es muy estresante. De antemano, con el municipio que nos da de comer, nos ponen cara. ‘Agarras de más’, nos dicen”, narra una mujer que vive con su hija y dos nietas.
Luego hablan de su desesperación por obtener la comida, pero principalmente por esperar turno.
La casa de esta familia damnificada tiene daños leves, pero las viviendas de sus vecinos corren el riesgo de desplomarse, por eso aceptaron acudir a un refugio. “Sólo esperamos que tumben las casas de los vecinos y nos regresemos a las nuestras”, dicen.
Otros están mejor. Pero el malestar aún no llega a otros inquilinos. Una familia de siete integrantes proveniente de la colonia Cuauhtémoc consideran que ahora están mejor, “mejor que dormir en un parque”.
En otra casa, Esteban Román y Berenice Benítez peinan a su hija. Tienen otras tres y agradecen el apoyo del gobierno federal por llevar las casas. Se sienten seguros porque son cuidados por la PF.
Jojutla tiene cinco albergues y, de acuerdo el ayuntamiento, hay mil 500 alojados. En el campo deportivo Niños Héroes suman 250 personas. La población aumenta a 350 durante el día porque la gente consume sus alimentos en el lugar.