Zacatecas.— En cada bordado hay puntadas de dolor y lágrimas de las madres buscadoras zacatecanas que se entrelazan con la esperanza de encontrar a sus desaparecidos; han logrado convertir el sufrimiento en arte plasmado en lienzos, que próximamente se colocarán en una exposición.
Aunque sus corazones están rotos, hacen bordados muy coloridos en los que plasman los oficios o pasatiempos de sus desaparecidos, entre los que figuran meseros, taxistas, vendedores de autos, chóferes, policías, albañiles, ciclistas y hombres de campo.
El aumento en las desapariciones generó que muchas familias rompieran el silencio y se unieran, hace más de un año, al colectivo Madres Buscadoras de Zacatecas que fundó Elizabeth Araiza, y que inició con 30 integrantes, hoy son casi 200.
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En entrevista con EL UNIVERSAL, Ely comenta que su hermano desapareció hace seis años, y ella se integró a un colectivo pero vio que “eran muy pasivos, no hacían nada y hasta se les reprimía” si querían manifestarse, así que contactó a otros colectivos del país, con los que comprendió que las familias tienen derecho a conocer la verdad y a buscar a sus desaparecidos.
Aclara que en Zacatecas existen las desapariciones desde hace años, pero apenas están alzando la voz por el aumento de casos: “aunque el gobierno no lo quiera reconocer y diga que están bajando las cifras, no es así, no vemos que bajen las cifras, ni se hace algo para detener la desaparición forzada, cada vez vemos a más familias sufriendo”.
Este colectivo hoy es uno de los más activos en la entidad, no sólo realiza movilizaciones, sino diversas actividades para visibilizar el fenómeno. Recientemente realizaron una jornada de bordado en Fresnillo y cada día llegan más lienzos con trágicas historias de los ausentes.
Los no buscados
Entre las entrevistadas hay dos casos de menores de edad desaparecidos, pero uno ocurrió hace casi 10 años. Aunque su madre lo ha buscado incansablemente, apenas se enteró que su hijo jamás fue buscado por la autoridad, ni siquiera tenía una ficha de búsqueda.
Amalia Márquez cuenta que su hijo Jonathan Josafat Zamarripa Márquez desapareció el 25 de septiembre de 2014, cuando tenía 16 años. “Un día después que fue golpeado” en un presunto operativo de revisión de la entonces Policía Federal, pero los efectivos nunca dieron explicación de su actuar. Al día siguiente, Jonathan salió a visitar a una de sus primas y en el camino desapareció con otros dos jóvenes.
“Por mi ignorancia no sabía que tenía que poner una denuncia en la Fiscalía, hasta un año después, pero de nada sirvió porque luego extraviaron la carpeta”, relata su madre.
En 2019 que se hizo una búsqueda en los penales acudió con el ex fiscal de desapariciones para pedir información, pero no le resolvió nada. Incluso fue a brigadas de búsqueda a varios estados vecinos y se dio cuenta que en ninguna plataforma nacional aparecía información relacionada con su hijo.
Al ver que a las familias de los nuevos desaparecidos les otorgaban un número de folio, acudió el 8 de julio con la nueva fiscal y apenas se formalizó su denuncia: “A mi desaparecido lo desaparecieron dos veces. Lo que pudo hacer la autoridad ya se perdió, pero yo no dejaré de buscarlo hasta el día que me muera”, asegura Amalia.
Sólo tiene duda por qué la ficha decía: “No difusión” y pide que se difunda; mientras tanto, Amalia sigue bordando la figura de un ciclista y un changuito, el pasatiempo y el apodo de su hijo.
Otro caso es el de José Ramón Meraz Guerrero, de 16 años, desaparecido el 24 marzo de 2023. Francisca Guerrero comenta que su hijo era mesero, pero cuando su novia terminó la relación, él renunció a ese trabajo y justo cuando encontró un nuevo empleo en un autolavado ya no supo más del joven.
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Ha buscado a su hijo en muchas partes, pero siente que la investigación no avanza y “es hora que la autoridad no ha citado a declarar a la ex novia por ser una de las personas que pudo haber tenido contacto con él en vida”, señala.
Otra bordadora es doña Esthela, quien busca a su hijo César Acuña Campos, de 44 años, desaparecido el 31 de marzo de 2023. Era vendedor de autos y tenía más de 20 años que se dedicaba a ello. Ese día, después de ir a comer con su familia, regresó a la carretera, donde colocaba sus autos, pero de pronto dejó de contestar las llamadas a su esposa.
Cerca de las 7 de la tarde, su familia fue a su lugar de trabajo, pero sólo encontraron los carros abiertos; él ni su chalan estaban ahí. Ambos están desaparecidos. Aunque preguntaron a los alrededores, nadie les dio alguna pista.
Doña Estela dice que desde entonces está “muerta en vida, no hay día que no piense en mi hijo”. Ese dolor, ahora lo ha plasmado en un lienzo que dibujó una de sus hijas con un carro azul, junto a un árbol, donde se atajaba del Sol y en las placas pusieron sus iniciales y un corazón.
Estas buscadoras constantemente acuden a los Semefos con la intención de encontrar a sus seres queridos, como sea, pues cuando van y les informan que no están ahí, sigue la incertidumbre y esperanza.
Refuerzan la búsqueda
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda, en los últimos tres años las desapariciones aumentaron en Zacatecas, ya que en 2020 se reportaron 303 casos; en 2021, 551; en 2022, 432, y en 2023 fueron 694 casos.
Del 1 de enero al 3 de agosto de este año suman 454 casos y, de ese total, se reportan 209 localizaciones. Los principales municipios con la mayor incidencia son Fresnillo, Guadalupe, Zacatecas, Calera, Jerez y Cuauhtémoc.
Deysi Montes Márquez, nueva fiscal especializada en Materia de Desapariciones de la Fiscalía de Zacatecas, refiere que en lo que va de este año suman 250 casos y considera que a veces difieren con las cifras del Registro Nacional, porque no se contabilizan a las personas localizadas y a veces hay información repetida.
Admite que no se puede negar el fenómeno de desapariciones en la entidad, pero afirma que desde mayo que asumió el cargo ha tenido acercamiento con las madres buscadoras y la Comisión Local de Búsqueda.
En lo que va del año se han hecho 90 brigadas de búsqueda, de las cuales, 60 se hicieron en los últimos tres meses en varios municipios, donde se han encontrados restos óseos y también un desaparecido con vida, ya que se implementan operativos programados y urgentes.
Destaca que una de las herramientas que está ayudando a bajar las cifras de desaparecidos es el Mecanismo de Identificación Forense que se pactó con el INE con los rastreos de datos biométricos, pues gran número de desaparecidos tienen entre 20 y 30 años de edad.
Señala que los índices de menores desaparecidos son bajos, pero ya se tiene una carpeta de investigación piloto para obtener huellas digitales en actas de nacimiento, pasaportes o documentos oficiales de la SEP, incluso de cuestiones de ortodoncia que ayuden a la identificación.
La fiscal pide a todas las buscadoras que se acerquen a esta institución y le den un voto de confianza.