Juchitán.— Durante la celebración del Biguie o Biye’ de los zapotecas del Istmo de Tehuantepec para honrar a sus muertos, está muy bien definido el trabajo comunitario que realizan los días 30 y 31 de octubre tanto hombres como mujeres; los primeros, encargados de elaborar la ofrenda frente al altar familiar, y las segundas realizando los tamales que recibirán los visitantes durante el velorio.

Los hombres de la casa y vecinos comienzan confeccionando la ofrenda antigua de los zapotecas desde la noche del 29 de octubre, con la colocación de los pilares de madera en la mitad de la casa, que sostendrán las pencas de plátanos y los racimos de cocos, además de crear un cuadrete de carrizo al que se le llama beedxe’/jaguar.

Sobre este armazón, el historiador de la cultura zapoteca Víctor Cata indica que se trazan rasgos geométricos y se tapiza con flores de cordoncillo, cempasúchil y cresta de gallo en la parte superior, justo donde se localiza una cruz llamada ique beedxe’!/cabeza de jaguar.

“El biye’ se cuelga en el centro de la casa, como si fuese una puerta, la puerta de los muertos. En realidad simboliza la tierra, las cuatro esquinas del universo, los cuatro jaguares que cargan al mundo. Dice la leyenda zapoteca que cuando el mundo se acabe, los jaguares se moverán de sus esquinas y devorarán a la humanidad”, explica el promotor de la lengua zapoteca.

Los hombres son los que este día muestran sus destrezas y creatividad en la colocación de las flores y los frutos en la ofrenda, son los que en equipo colocan minuciosamente cada elemento en el altar.

Las mujeres terminan la ofrenda colocando un petate en el suelo con la foto del difunto y su comida y bebida; al último, encienden las velas. Después, los hombres permanecen el resto del día sentados en el exterior de la casa, en el interior sólo las mujeres esperan a las visitas y realizan los rezos.

En la ciudad de Juchitán, los días 30 y 31 de octubre los hogares donde tienen familiares con más de seis meses de muertos se les realiza su primer Todos Santos con un altar de siete a nueve escalones o un biye’.

Las visitas mujeres entregan flores, veladoras y una limosna económica, y a cambio reciben dos tamales para llevar y un pan; las visitas hombres entregan una limosna económica y reciben un tamal para cenar en ese mismo momento y café o mezcal.

Durante estos dos días, en los hogares que realizan las ofrendas el ambiente no es de tristeza ni de llanto, sino de reverencia y hermandad por la solidaridad comunitaria.

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