Villahermosa.— Desde niña, Beatriz Sánchez soñó con ser maestra de primaria, pero la pobreza truncó sus sueños. Fue años después, con la pandemia del Covid, que le apareció la oportunidad de cumplir temporalmente su deseo al enseñar a niños, familiares y vecinos.
Fue hace cuatro semanas que la “profe Bety” tomó la decisión de enseñar cuando se propuso dar clases de regularización a su hija y, poco a poco, se sumaron más niños a las actividades escolares a las que también acuden padres de familia por las tardes.
Todo comenzó una tarde, cuando Beatriz se encontró entre la basura un viejo pizarrón cacarizo de dos metros de largo que su tío limpió, reparó y ató a una herrería de la ventana donde se habilitó una terraza como aula.
“Pensé que era la oportunidad que siempre desee desde chiquita, así ayudo a mi hija y a los vecinitos que acuden con sus mamás. Creo que en estos momentos, lo mejor es ver por la educación de nuestros hijos manteniéndolos ocupados para que lleguen sin retrasos y actualizados al regresar a clases muy pronto”, añadió la maestra improvisada.
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Asimismo, cuenta que el objetivo es actualizar a sus alumnos para que regresen preparados a las clases presenciales del tercer grado, en la Primaria Profesor Rolando Montejo, de la localidad de Boquerón, municipio de Centro, ubicado a siete kilómetros de Villahermosa.
Bety es madre de familia, sólo estudió la primaria y alterna sus faenas educativas de las nueve de la mañana a las 12:00 horas; posteriormente trabaja como cajera en una panadería cinco horas y se reintegra a clases de las 18:00 horas hasta las 21:00 horas.
Calculó sus gastos en unos mil 500 pesos, que comenzarán a pagar este fin de mes. Los aparatos serán costeados con la cooperación de familiares y vecinos.
Además, obtiene ayuda de su esposo, Lorenzo Suárez, quien participa en labores del hogar y sale de compras para material didáctico que usan los niños en sus actividades escolares.
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“Nada me impide ayudarla, hago de todo con tal de que nos ayudemos entre todos. Si tuviera una prótesis de verdad podría ayudarlas más”, manifestó.
Lorenzo y Bety son parte de los 300 mil damnificados por las inundaciones que hubo en la entidad; su vivienda, facilitada por la familia, quedó en obra negra.
A diferencia de muchos tabasqueños sin ayuda, ellos sí recibieron el apoyo social que Bienestar otorgó por los daños ocasionados tras el desfogue de la presa Peñitas y las lluvias torrenciales.