Putla, Villa de Guerrero.— El pequeño basquetbolista Meyer Mundo Cruz y sus compañeros vieron por primera vez el mar cuando asistieron a un torneo en Acapulco. A todos les gustó ese encuentro, dicen mientras entrenan en la cancha de la comunidad triqui San Miguel Copala, ubicada en el municipio de Putla de Guerrero, en la Sierra Sur de Oaxaca.
Todos de complexión delgada, sonrientes, de ojos brillantes y con los pies descalzos corren detrás de la pelota, después de clases, durante las tardes de lunes a viernes y en los fines de semana. Cuando sus manos toman el balón corren tan rápido que sus pies descalzos toman la fuerza de los venados que habitan en sus bosques.
Así es como entrenan los infantes de San Miguel Copala, una de las primeras comunidades que vivió un conflicto interno y donde fueron desplazadas una decena de familias hace una década y que ahora ha apostado por la educación y el deporte en infantes.
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Meyer lleva entrenando basquetbol desde hace cuatro años para la nueva generación de niños triquis descalzos de la montaña, tiene 12 años y cursa la telesecundaria. Dice que de grande quiere ser maestro, como su padre. También cuenta que lo que más le gusta de los juegos son las ‘coladas’, y explica: “Es cuando vas con el balón botando y lo agarras con las dos manos, fijas un pie, luego el otro y luego lo tiras a otro compañero o a la canasta”.
En los últimos tres años se han sumado niños a la nueva generación de basquetbolistas descalzos de distintas comunidades de la Sierra Sur y de la Mixteca de Oaxaca, quienes buscan un espacio en el deporte para hacerle frente a la violencia y a la migración que atraviesan las comunidades triquis.
Aunque San Miguel Copala es uno de los pocos municipios triquis con acceso a la educación y servicios de primera necesidad, la violencia también ha sido parte de la comunidad desde hace dos décadas.
Al menos cinco hombres han sido asesinados en esta región en los últimos años, sin que se haga justicia. Además, una decena de familias fueron desplazadas a otros municipios por conflictos internos.
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La importancia del deporte
Enrique Velasco, agente municipal de San Miguel, señala que el deporte es fundamental para los niños y las familias desde hace casi cuatro años. “Este proyecto sobre el deporte ha podido sobrevivir gracias a la disposición de algunos docentes y padres de familia que motivan a los pequeños. Como autoridades, preferimos que los niños tengan en qué ocuparse, también para ir conociendo otros espacios y otros jugadores”.
Enrique reconoce que en esta comunidad y en otras de la nación triqui existe un alto índice de expulsión de migrantes a Estados Unidos, lo que conlleva el rompimiento de las familias, y entonces se presentan situaciones de adicciones y violencia.
“Aunque hay profesionistas, campesinos, también muchas personas emigran a Estados Unidos por falta de trabajo bien remunerado, pues la mayoría de las personas se dedican a la siembra de platanares, cafetales, el cultivo de piñas y a la milpa”.
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Por ejemplo, el padre de Abisai migró a Estados Unidos desde hace unos años; el pequeño se quedó con su madre y hermanos, y trabajan en el campo cuando los contratan otras personas. “Nos llaman y nosotros vamos a trabajar”, dice.
Abisai es conocido como El Curry, tiene 13 años, su posición en la cancha es lateral y es uno de los mejores y más veloces jugadores de la nueva generación de niños triquis descalzos de la montaña.
De grande le gustaría ser policía para cuidar a su familia y su comunidad, mientras conversa que le gusta mucho jugar basquetbol, porque le permite salir y conocer otros territorios; coincide con sus compañeros en que conocer la playa es lo que más les ha gustado.
El basquetbol ha permitido que no sólo los niños de San Miguel Copala, sino de otras comunidades triquis como Rastrojo, Río Venado, Río Metate y otros, tengan otras posibilidades de vida lejos de la violencia.
Al mismo tiempo, el basquetbol es el único deporte que mayormente se practica en las comunidades triquis. Los menores siempre destinan un espacio para entrenar y estar entre los mejores jugadores, pese a sus demás obligaciones, como Damián, que le ayuda a su madre en el comercio. “A veces falto y a veces vengo a entrenar, porque también le ayudo a mi mamá a vender frutas y verduras”, asegura.
Damián tiene 10 años y su posición en la cancha es la de centro. Es uno de los canasteros estrella de la nueva generación de niños triquis descalzos de la montaña.
Son 16 estudiantes los que conforman el equipo de basquetbol en San Miguel.
Hace unos seis meses, el profesor Raymundo tomó el trabajo de entrenador debido a que el anterior entrenador tuvo que emigrar durante unos meses. “En su ausencia, estamos dándoles seguimiento para no abandonar a los niños en sus entrenamientos”, dice.
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Aunque los pequeños han asistido a torneos en la Ciudad de México, Veracruz, Acapulco y Oaxaca, siembre buscan más espacios para demostrar sus habilidades en el deporte. El equipo de San Miguel Copala, descalzo, como se caracterizan, busca mostrar ser uno de los mejores en la Copa Guelaguetza en su cuarta edición, que se realiza en el marco de las actividades de la Guelaguetza en Oaxaca.
“Es muy importante el deporte para mantener sanos a los niños, pero también alejados de las adicciones y otras situaciones”, concluye el entrenador Raymundo.