Mérida.—A punto de cumplir un año del cierre de centros nocturnos , espectáculos nudistas y cabarets, estos lugares están prácticamente en la quiebra y su personal, especialmente bailarinas y stripers , han tomado las calles de Mérida para ofrecer sus servicios ante la desesperación del desempleo .

El “giro negro”, como suelen ser conocidos este tipo de negocios, es o será el último en recibir autorización para reabrir por el tipo de servicio que ofrece a sus clientes y que sería de alto riesgo ante el Covid-19 .

Aunque todas las ramas de la actividad económica en se han visto afectadas por la pandemia, especialmente los centros nocturnos y bares con este tipo de shows representan gran riesgo para los parroquianos.

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Este tipo de establecimientos se encuentra en Mérida y en municipios del interior del estado como Kanasín, Valladolid, Motul, Progreso, Tizimín y Celestún, entre otros.

Desde que inició la pandemia, la Secretaría de Salud reportó que más de 345 establecimientos de diferentes giros fueron clausurados y multados por no respetar las medidas del sector Salud.

En el caso de los bares, se autorizaron permisos temporales ; sin embargo, en algunos casos los negocios fueron clausurados días después por no respetar las medidas sanitarias .

Bailarinas y "stripers" se van a las calles ante crisis
Bailarinas y "stripers" se van a las calles ante crisis

Sin dinero

A decir del personal de centros nocturnos, bares y espectáculos nudistas, la mayoría de los negocios no podrá reabrir, ya que —después de 11 meses de permanecer cerrados— se encuentran en quiebra y descapitalizados.

“En muchos casos, el personal fue liquidado con las mesas, sillas, bocinas y demás equipos que tenían los propietarios, ya que la pandemia nos tomó por asalto”, comentó Ricardo Méndez Bracamontes, quien tenía uno de esos sitios y quien —tras haber resistido ocho meses cerrado— decidió rematar las pocas pertenencias que tenía para, con ello, poder apoyar a sus exempleados.

Como en el caso de Ricardo, otros 45 negocios de ese giro no aguantaron el cierre por el Covid y comenzaron a desmantelarse o ven lejos su reapertura.

Algunos de esos centros nocturnos ya están a “remate”, debido a que sus propietarios piensan que el Covid-19 seguirá un buen tiempo y por el tipo de servicios que ofrecen, no podrán reabrir en breve. La mayoría ya asimiló la idea de cambiar de giro o rubro, pues los centros nocturnos ya no son una opción para generar buen dinero, como antes.

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“Aunque pasara la pandemia , esto ya sentó precedente y estos negocios estarán más que vigilados y acotados”, comenta uno de los empleados.

La mayoría de esos negocios tenía buenas ganancias, según su operación diaria, pero la prolongada inactividad los dejó en la quiebra. Al parecer, relatan exempleados de esos negocios, los dueños ya no tienen recursos para reabrir sus puertas.

“Echar a andar los establecimientos requiere inversiones de pintura y mantenimiento; nada de eso se ha hecho, está muy difícil reabrir”, explican.

Bailarinas, a las calles.

Debido al cierre de los centros nocturnos y de espectáculos nudistas, la mayoría de las bailarinas, meseras y hasta stripers que bailaban y ofrecían sus servicios en esos sitios acabaron por diseminarse en las calles de Mérida o en las puertas de hoteles para ofrecer servicios sexuales .

Bailarinas y "stripers" se van a las calles ante crisis
Bailarinas y "stripers" se van a las calles ante crisis

Por el cierre de centros nocturnos a causa de la pandemia, la prostitución ha aumentado por la falta de opciones de trabajo. 

Otras más, vía internet y redes sociales se publicitan, puesto que después del cierre de los centros de espectáculo no han encontrado otro empleo.

“Todo está para abajo”, comenta una de ellas en entrevista con , quien explica que antes ganaban entre 800 y mil 500 pesos diarios; sin embargo, ahora apenas y logra sacar de 150 a 350 pesos al día.

Claudia, una mujer que bailaba a diario en un conocido cabaret nudista ubicado en la carretera Mérida-Cancún, relata que desde hace 12 años vive en la capital del estado, puesto que emigró de su natal Tabasco debido a una complicada situación que enfrentó con sus padres.

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La joven asegura que era una de las bailarinas de “más jale” en el Night Club y confiesa que, a veces, por tomarse una copa con los clientes y hacer su baile de la noche ganaba de 3 mil a 4 mil pesos casi diario.

Claudia asegura que ahora lava ropa ajena en un vecindario de la zona oriente “y por las noches damos un rol [vuelta] a ver qué sale”, afirma en alusión a sus servicios como sexoservidora.

“No quería llegar a esto, pero la situación está muy difícil; hasta para buscar clientes la gente no sale y, si sale, no tiene dinero”, explica Claudia.