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Durango.— Se habían sentado en la línea 9 del vuelo 2431 de Aeroméxico que sufrió un accidente el pasado martes en Durango. Juan Felipe García, su esposa y tres hijos estaban en los asientos 9 donde, asegura, se partió el avión Embraer 190.
Juan Felipe relata que en algún momento del despegue escuchó un tronido y sintió que el avión perdió rumbo y cayó al suelo: “Cuando cayó se partió la línea 9, que es donde veníamos mi familia y yo. Se partió y se prendió”.
A su lado izquierdo iba su hijo de tres años y a su derecha, sus hijas de cinco y ocho. Cuando paró el avión, Juan Felipe primero desenganchó del cinturón a sus dos hijos más pequeños y cuando quiso ayudar a la de ocho años se prendió la aeronave.
Juan Felipe y su familia salieron por donde se partió el avión. “Bajen, bajen”, decía una aeromoza. “Los tuve que aventar de lo alto. Yo me quedé colgado del fuselaje, alguien me ayudó y nos echamos a correr, descalzos porque perdimos todo”, cuenta el hombre oriundo de Durango, pero que reside en Chicago.
Juan Felipe y su familia corrieron y se refugiaron en lo que, recuerda, era como un pozo de agua. “Caminen lejos”, les instruía la sobrecargo que los acompañó hasta el lugar donde esperaron y luego le perdieron la vista. La lluvia caía a raudales. Ahí aguardó unos minutos hasta que llegó personal del aeropuerto a rescatarlos.
A la hija de ocho años la internaron en el Hospital Materno Infantil de la ciudad, pero ayer la dieron de alta y la trasladaron a un hospital privado. Sus otros dos hijos, él y su esposa no tuvieron lesiones: “Sólo fue el susto para ellos. Creo que actuamos pronto”.
El padre refiere que lo que les preocupa ahora es el regreso a Chicago y están analizando la forma de viajar, pero por la vía terrestre.