Coatzacoalcos.— Con sus hijos enfermos, cansadas, pies con llagas, deshidratados, con hambre y sin dinero, mujeres y hombres migrantes llegan a esta ciudad tras caminar más de 500 de kilómetros desde evadiendo los controles migratorios que les permita llegar a con la esperanza de solicitar refugio.

Durante un recorrido de seis días que emprendió durante abril, desde Frontera Corozal, se constató la entrada de decenas de migrantes a territorio nacional a bordo de lanchas que navegan en el río Usumacinta, que divide a México con Guatemala.

Llegan familias con menores de edad, hombres jóvenes y adultos, aprovechando la falta de vigilancia del Instituto Nacional de Migración () y la Guardia Nacional, por ser territorio del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

También lee: 

El crimen organizado, que se ha apoderado de estas rutas sin vigilancia, traslada a grupos de personas sin papeles provenientes de Honduras, Guatemala y El Salvador. Desde ahí viajan escondidos en vehículos hasta Palenque, Chiapas; deben pagar mil 200 pesos por persona.

Aún enfermos y con hambre, siguen migrantes hacia EU
Aún enfermos y con hambre, siguen migrantes hacia EU

El oasis de Palenque

El albergue Casa del Caminante J’tatic Samuel Ruiz, ubicado en Palenque, Chiapas, brinda desde hace 8 años hospedaje, alimento, atención médica y asesoría jurídica a familias de migrantes y se ha convertido en un oasis.

Rocío Esmeralda Rodríguez, quien apoya con asesoría jurídica, explicó que, de enero a marzo de este año, la llegada de los extranjeros que buscan cruzar hasta Estados Unidos, en especial familias y mujeres con niños, se incrementó de manera considerable.

También lee: 

Explicó que las mujeres y sus hijos, así como los jóvenes y adultos llegan con hambre, deshidratados, ampollas en los pies y cansados por la caminata que hacen bajo temperaturas de hasta 38 grados por la selva.

Aún enfermos y con hambre, siguen migrantes hacia EU
Aún enfermos y con hambre, siguen migrantes hacia EU

Muchos llegan agotados y heridos porque durante el camino, además del clima extremo, la distancia y los riesgos en la selva, los migrantes sufren también asaltos, extorsiones y las mujeres, incluso, abusos sexuales, indicó la abogada.

De enero a marzo del presente año, el albergue Casa del Caminante atendió a 6 mil 724 extranjeros, de los cuales 6 mil 369 fueron de Honduras y el resto de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Cuba y Colombia.

El camino a Coatzacoalcos

Un sábado en la madrugada, una veintena de jóvenes que durmió afuera del albergue Casa del Caminante inició su caminata por las vías del ferrocarril con destino a Chontalpa, Tabasco, donde abordarían el tren para llegar hasta Coatzacoalcos.

Su objetivo era caminar por la ruta ferroviaria para burlar la vigilancia que mantiene el Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional en la carretera que comunica a Palenque con Villahermosa y a Villahermosa con Coatzacoalcos.

Hombres y mujeres con sus hijos enfermos, con hambre, cansados y sin dinero, llegaban por decenas a esta ciudad veracruzana, donde el crimen organizado y el Covid-19 provocó el cierre de hoteles, restaurantes, bares y centros comerciales, así como casas abandonadas.

También lee: 

De madrugada, unos 300 migrantes llegaron a bordo del ferrocarril y descansaron en las inmediaciones de las vías mientras esperaban al próximo tren para seguir su viaje al norte.

Aún enfermos y con hambre, siguen migrantes hacia EU
Aún enfermos y con hambre, siguen migrantes hacia EU

Abajo del puente, sobre la tierra y la línea férrea de este lugar, los hombres duermen.

Una clínica móvil de Médicos sin Fronteras llegó al lugar para brindar ayuda sicológica, curación y atención médica, también reparten paquetes con agua, suero oral, cubrebocas, calcetines y condones.

“Somos Médicos Sin Fronteras y los invitamos a que se acerquen si requieren de alguna de nuestras atenciones que son gratuitas. Somos una organización de médicos humanitaria que estamos en varios estados y no pertenecemos al gobierno ni tenemos nada que ver con migración”, explicaban.

Una hondureña pidió atención para su bebé, que tenía muy bajo peso. Contó que caminó con el pequeño y otro hijo adolescente desde Chiapas, pero que ya no tenían más recursos para llegar hasta Tijuana.

También lee:

Dijo que se vio obligada a migrar porque en su país ya no quisieron atender a su hijo, y que su fin era llegar a Tijuana para reunirse con otro de sus vástagos.

Pese a la recomendación de Médicos Sin Fronteras, la mujer se negó a internar a su hijo en el hospital en Coatzacoalcos, por temor a ser deportada. Los doctores le advirtieron que la salud del bebé corría grave riesgo si seguía sin atención.

Tras descansar y recibir ayuda, los migrantes se internaban en zonas apartadas de Coatzacoalcos para abordar el ferrocarril, evitando los operativos del Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional. Su esperanza está puesta en la frontera con Estados Unidos.