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La carpa está doblada y guardada, las galerías de los asientos encimadas unas sobre otras, las luces de la fachada apagadas y la taquilla tiene la cortina cerrada desde hace tres semanas. Se apagó la música y los llamados a las funciones.
El coronavirus ha dejado varados a los artistas circenses. A 11 kilómetros del centro de la ciudad de Oaxaca, los artistas del Circo del Oso Ruso debaten sobre la manera en que subsistirán durante la emergencia sanitaria que, por disposición oficial, se prolongó hasta el próximo 30 de abril.
Sus ahorros se agotan: la alimentación diaria, el pago de la renta del terreno que ocupan cercano al fraccionamiento La Esmeralda, en San Pablo Etla, y sus deudas en tiendas departamentales. Otra parte de su dinero está invertido en los pagos de permisos que hicieron al ayuntamiento de Santa Cruz Xoxocotlán y en la renta de espacios para montar su espectáculo.
Estos artistas también saben de mecánica, diésel y gasolina, pintura automotriz, soldadura y electricidad, por ello han decidido ofrecer estos servicios a través de las redes sociales.
Pero no sólo deben procurar el sustento de los artistas, también la alimentación de Rayas, un tigre que conservan desde que nació, y de Yogui, un oso americano, que ya no participan en el espectáculo desde que se prohibió por una reforma a la Ley General de Vida Silvestre, aprobada hace tres años en la Cámara de Diputados federal.
“Tenemos un congelador lleno de carne para el tigre, no le debe faltar su carnita, no está flaco, porque muchos nos denuncian (...) en cada lugar habrá una o dos personas que se molestan, pero no entendemos por qué, porque los animales no están mal atendidos, no están golpeados, no están maltratados, nada de eso”, aclara.
Antonio Ibarra expresa que aunque en un principio pudo parecer “apresurada” la decisión de las autoridades de prohibir los actos masivos, son las personas del sector Salud quienes más conocen de este tema y debe acatarse; aunque eso les afecte, tienen que hacerlo para detener al coronavirus.
“Pienso que está bien, que está correctísimo, pero de que nos está afectando, pues no nada más a nosotros. Le está afectando a todo el país. Ya ve lo que está pasando en Italia y España, que no hallan cómo detener esta pandemia, porque los está rebasando, ya no hay hospitales, ya no hay doctores, no hay medicamentos, no hay camas”.
Por suerte hay personas que les han ayudado con despensa, relata Margarita Meraz Pérez, a diferencia de las autoridades estatales.
La suspensión de las temporadas del circo por el coronavirus preocupa a los integrantes de la familia Ibarra Meraz; sin embargo, lo que más los entristece es que su vida circense ha ido en declive desde la prohibición de los animales, y que cada vez están perdiendo más espectadores.
Margarita Meraz añora los días en que las personas se amontonaban para adquirir un boleto y entrar al circo.
“Es triste ver que nuestra vida circense se está yendo en declive, se está acabando nuestra tradición, porque el circo es tradición de muchos años. Es triste ver que nuestra vida ya no es tanta novedad como era antes el circo.