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El homicidio del padre Marcelo Pérez no quedará impune y los responsables enfrentarán la justicia, afirmó el gobernador Rutilio Escandón Cadenas, a más de 24 horas del asesinato del religioso en San Cristóbal de las Casas.
El mandatario dijo que las instituciones del poder Ejecutivo colaboran con el poder Judicial y las autoridades de procuración de justicia para esclarecer los hechos.
Desde ayer, aseguró, se instruyó a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana a que se integrara a las fiscalías al grupo interdisciplinario de investigación para resolver el caso.
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Estoy seguro de que pronto tendremos resultados "porque nadie debe quedar fuera de la legalidad y de la aplicación de las normas que sancionan estas conductas repudiables".
“Le decimos al pueblo de Chiapas que este homicidio, como muchos otros, se castigarán con todo el peso de la ley", aseguró.
Así que la justicia pronto llegará, porque se está trabajando en una investigación exhaustiva y no vamos a permitir este tipo de violencia en Chiapas, enfatizó Escandón Cadenas.
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En San Andrés Larráinzar, el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel afirmó que Marcelo Pérez Pérez deseaba que Chiapas “no fuera un infierno sino un paraíso de paz”.
El cardenal celebró este lunes la homilía de la misa de cuerpo presente en la cabecera de San Andrés Larráinzar, de donde Pérez Pérez ,de 50 años, era originario.
“Marcelo no quería que nadie, indígenas y mestizos, vivieran en la esclavitud de la marginación, la pobreza, el racismo y la exclusión que tantos hermanos sufren; que se pueda vivir otra vida mejor de paz, libertad y unidad”, dijo.
Arizmendi Esquivel, quien también es obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, y ordenó como presbítero a Marcelo, comentó que éste nunca se avergonzó de ser tzotzil siempre llevó sus raíces en su corazón y "por eso está aquí con su pueblo"
A los feligreses les dijo que éstos quisieron que no se quedara en la catedral de San Cristóbal de las Casas, sino que estuviera "aquí con su pueblo porque él es de su pueblo”.
El padre Marcelo aseguró es “un regalo de los tzotziles a la Iglesia y a la diócesis; siempre fue un constructor de la paz”.
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