Chilpancingo.— La comunidad de Chilpanchingo intentó retomar ayer la cotidianidad tras días de ataques, asesinatos y bloqueos. Así ocurrió durante las primeras horas, pero la quema de una camioneta de servicio de mudanza con todo y chofer dentro, en el municipio de Tixtla, volvió a alertar a todos.

Transportistas de las rutas a la comunidad de Petaquillas, Colotlipa, Quechultenango, hacia los municipios de Juan R. Escudero y Tixtla suspendieron el servicio en cuanto se supo del asesinato contra otro chofer.

Chilpancingo amaneció con la mayoría de taxis y urvan circulando, los comercios abrieron. En el zócalo se sentaron nuevamente las familias, el Mercado Baltazar R. Leyva Mancilla lució lleno. Las escuelas reanudaron clases, la burocracia regresó a sus escritorios. Los periódicos llegaron a los kioscos. Los ambulantes invadieron de nuevo las banquetas.

Casi todos querían volver a las calles y no era para menos, fueron casi tres días de encierro, violencia, zozobra, miedo y sin descanso. Desde el sábado, cuando las organizaciones criminales emprendieron una cacería contra choferes del transporte público que resultó letal: nueve unidades atacadas y seis choferes asesinados, dos de ellos quemados dentro de los taxis, los pobladores se decidieron por el encierro.

El domingo pasado, Chilpancingo amaneció sin transporte, sin comercios, sin gente en las calles. El lunes, unos 2 mil pobladores y transportistas de los municipios de Chilapa, José Joaquín Herrera, Ecatepec, Mochitlán y Quechultenango, todos territorios dominados por la organización criminal de Los Ardillos ingresaron a la ciudad violentamente.

La irrupción generó temor y todos volvieron al encierro. El martes pasado fue un día similar hasta que los pobladores y transportistas se retiraron. La necesidad por seguir su rutina era tal, que ni los asesinatos del exregidor de PRD, Óscar Garibay Valdez y del exdirector de la Juventud, Iván Domínguez, ocurridos la noche del martes, detuvo a la población.

Garibay Valdez y Domínguez eran primos, formaron parte del anterior gobierno del perredista Antonio Gaspar Beltrán. Los dos eran integrantes de la corriente interior del PRD, Movimiento Alternativo Social, que encabeza el diputado local Bernardo Ortega Jiménez, hermano de los líderes de Los Ardillos.

Ayer, tras confirmarse el asesinato de un conductor en Tixtla, choferes de las rutas a la comunidad de Petaquillas, Quechultenango, Mochitlán, Juan R. Escudero suspendieron el servicio de nuevo y el grupo se retiró de la capital. Otra vez, la población se quedó sin el servicio y de nuevo volvió la incertidumbre.

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