Zacatecas.— A cuatro y dos años de que las (6.5 metros de altura) instaladas en la comunidad de Zóquite, en el municipio de Guadalupe, así como del Santo Niño de Atocha (7.1 metros de alto) en Plateros, Fresnillo, causaran furor por ser las figuras más grandes del mundo, las realidades de ambos centros religiosos son contrastantes en el flujo de visitantes, infraestructura, promoción y reactivación.

Las celebraciones de estos dos niños monumentales se realizan en Navidad, el 25 de diciembre se festeja al Santo Niño de Atocha y el 6 de enero al Niño Dios del Amor en el día de la Epifanía.

Las figuras gigantescas surgieron en 2020 y 2021 como un gran atractivo turístico religioso, pero se enfrentaron a dos fenómenos inesperados: los estragos de la pandemia y la violencia en Zacatecas que impactaron fuertemente en los flujos de peregrinos.

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La figura del Niño Dios del Amor está instalada en la comunidad de Zóquite, en el municipio de Guadalupe, a donde acuden los habitantes de las cuatro comunidades a las que da servicio la Parroquia de la Epifanía. Foto: Diana Valdez
La figura del Niño Dios del Amor está instalada en la comunidad de Zóquite, en el municipio de Guadalupe, a donde acuden los habitantes de las cuatro comunidades a las que da servicio la Parroquia de la Epifanía. Foto: Diana Valdez

La diferencia entre uno y otro para la reactivación de estos sitios religiosos es que en Zóquite no se ha logrado posicionar a esta imagen por diversas razones, una es la apatía del ayuntamiento de Guadalupe, pues, a la fecha, las autoridades eclesiásticas no han conseguido que les otorguen los permisos para colocar un anuncio sobre la carretera que atraviesa ese lugar, donde se pueda anunciar que ahí es el pueblo que alberga al Niño Dios gigante.

En cambio, en Fresnillo, una vez que murió de Covid el empresario que había mandado a hacer la imagen gigante como pago de una manda, la autoridad municipal se apropió de esa obra para que no se perdiera y decidió convertirla en un proyecto turístico-religioso en la comunidad de Plateros, al acondicionar el Cerro de Los Garambullos con caminos, estacionamientos, miradores y hasta locales comerciales.

En ambos casos, la prueba de fuego para palpar los nuevos flujos de visitantes serán sus fiestas patronales. Los sacerdotes encargados de estas iglesias coinciden que aún están en proceso de recuperación y “se avanza poco a poco”, pero aseguran que ninguna de las situaciones difíciles “han frenado la fe”.

Niño Dios del Amor de Zóquite

Hace cuatro años, la comunidad de Zóquite se colocó en el mapa tras la instalación de la gigantesca figura del Niño Dios del Amor, con el objetivo de convertirse en un lugar turístico y no pasar inadvertida, ya que se ubica sobre la carretera y en medio de dos poblaciones más conocidas: Tacoaleche y Santa Mónica.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el padre Jesús Arteaga dice que es el segundo año que le toca organizar las festividades de la Parroquia de la Epifanía, que comienzan en diciembre y terminan el 6 de enero, tiempo de mayor afluencia de los habitantes de las cuatro comunidades a las que da servicio esta parroquia, así como de las visitas de los paisanos radicados en Estados Unidos.

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El santuario del Santo Niño de Atocha es el tercero más importante del país. Foto: Diana Valdez
El santuario del Santo Niño de Atocha es el tercero más importante del país. Foto: Diana Valdez

Enfatiza que esta iglesia, además de albergar la imagen monumental, destaca por su belleza, ya que tiene cerca de 17 vitrales, pero reconoce que falta más proyección y que es poca la afluencia de visitantes foráneos. “Este no es un santuario, ni se trata de competir entre templos o entre niños a ver quién tiene más gente”.

Sin embargo, admite que “en todo este tiempo no se ha podido colocar un espectacular ni señaléticas en las carreteras para anunciar que ahí está la parroquia del Niño Dios del Amor gigante”, ya que requieren de un permiso en Obras Públicas del ayuntamiento de Guadalupe.

Santo Niño de Atocha

En la comunidad de Plateros, en el municipio de Fresnillo, se venera al Santo Niño de Atocha, santuario que se llegó a considerar como el tercero más importante del país, después de la Basílica de Guadalupe y de la Virgen de San Juan de los Lagos.

Desde hace una década, la afluencia de peregrinos ha registrado altibajos por la violencia. Al menos en los últimos cinco años, Fresnillo ha encabezado los primeros lugares con mayor percepción de inseguridad a nivel nacional, situación que se agravó en 2020 con la pandemia que puso en crisis al comercio.

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Ante esta situación y en medio del boom del surgimiento de imágenes religiosas gigantescas, a finales de 2020 las autoridades municipales se enteraron de que un empresario había mandado a hacer una imagen gigante del Santo Niño de Atocha como pago de una manda, pero dicha obra quedó inconclusa, ya que el empresario murió de Covid. Fue cuando el ayuntamiento decidió salvarla y convertirla en un proyecto de turismo religioso para reactivar la economía de Plateros.

Al trazarlo como un proyecto turístico, se colocó la efigie en el Cerro de Los Garambullos, frente al Cerro de la Cruz, para que se convirtiera en un corredor aledaño al santuario y la imagen fue consagrada el 25 de diciembre de 2021.

El padre José de Jesús López Acosta, rector del Santuario de Plateros, plantea a las autoridades municipales programar “una celebración fuerte” para reposicionar a la comunidad como un centro religioso. En cada misa los sacerdotes hacen oración “para pedir que vuelva la paz y conceda la reconversión a quienes causan daño a la sociedad”.

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