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Hace diez meses, Andrea González sufrió una trombosis en la pierna que la puso en una situación de salud crítica, y que la obligó a someterse a una operación de emergencia .
Después de experimentar en carne propia cuán frágil y fugaz puede llegar a ser la vida, la joven supo que debía hacer algo para cumplir su más grande sueño: conocer la NASA. Fue así como la estudiante de Ingeniería en Nanotecnología del Centro Universitario de Tonalá (CUT), aplicó, y fue admitida en el “ International Air and Space Program ” de la afamada agencia aeronáutica y aeroespacial, la cual, hace casi tres meses, tuvo la oportunidad de visitar junto con otros 50 jóvenes de todo el mundo.
Andrea González tiene 19 años de edad. Es lagunera de nacimiento y se mudó a Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, ocho años atrás. Desde pequeña, Andrea quería estudiar la carrera de Ingeniería Aeroespacial , aspiración que le fue imposible cumplir por cuestiones económicas. “No sabía que iba a hacer hasta que uno de mis primos me habló de la Nanotecnología. Investigué más del tema y simplemente me lleno el corazón” dijo la joven estudiante a EL UNIVERSAL.
No obstante, su amor por el espacio nunca cesó, por lo que cuando Andrea supo que existía la posibilidad de aplicar a ese programa, lo hizo sin pensarlo. Luego de ser aceptada, la joven pasó dos meses recolectando el dinero necesario para poder viajar a la ciudad de Huntsville, Alabama, sede del programa.
Con gran esfuerzo, obtuvo el apoyo financiero de la Universidad de Guadalajara (UdeG) -de donde forma parte el CUT-, del colegio en donde cursó Preparatoria, del Ayuntamiento de Tlajomulco, de una empresa de Torreón y hasta del Diputado Federal, Gerardo Quirino. “Mucha gente se acercó y me ayudó con gastos y difusión” explicó.
El pasado 27 de octubre, Andrea, junto con otros tres compañeros de la universidad que también fueron admitidos. Aterrizó en Estados Unidos para hospedarse en las instalaciones de la Nasa por una semana. Durante estos días, Andrea trabajó en equipo en un proyecto que presentaría al final de su estancia y que de ser ganador, sería llevado a la Estación Espacial Internacional.
“Para el proyecto nos dividieron en equipos. Eso estuvo bien porque así trabajábamos con personas de otros países. El proyecto que mi equipo propuso se llamaba Moonglass y consistía en cambiar el oro que se utiliza en los cascos de los astronautas, por cristal de cuarzo sintético”, explicó la lagunera. Aunque su proyecto no obtuvo el primer lugar, Andrea afirma que uno de los jueces les comentó que sí había llegado al “Top 3”.
Adicional a dicha misión, los estudiantes de entre 14 y 23 años, fueron sometidos a distintos entrenamientos y simuladores, además de clases de ruso y alemán básico. “Nos entrenaban como si fuéramos astronautas de verdad. Nos enseñaban a caminar en gravedad cero, y un día hasta nos llevaron a un hangar para volar con alguien por 30 minutos… ¡fue increíble!” recordó Andrea, agregando que luego de que en marzo del año pasado, entró al quirófano pensando que no volvería a ver a su familia, esta experiencia, le supo doblemente gratificante.