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Cancún.— Con la referencia de la cinta Don't look up (No mires arriba), que alude a un desastre anunciado por científicos e ignorado por gobiernos, el movimiento Sélvame del Tren busca llamar la atención sobre los impactos, probablemente irreversibles, que supone la construcción del Tramo 5 del Tren Maya, de Cancún a Tulum.
El principal riesgo apunta hacia la red de ríos subterráneos y al sistema de cuevas inundadas más grande del mundo, que corre bajo el nuevo trazo del megaproyecto, coinciden los integrantes de este movimiento social, que nació formalmente el 6 de marzo entre activistas, científicos, empresarios y ciudadanía, reunida en el sitio en donde comenzó a devastarse la selva.
El suelo no es común
El espeleólogo Roberto Rojo, integrante del movimiento Sélvame del Tren, hizo una metáfora del filme, pero con la leyenda Don’t look down, en un intento para que los gobiernos y la comunidad dimensionen la amenaza para la enorme riqueza que se aloja bajo el suelo, a propósito del desarrollo del Tramo 5 del Tren Maya, carente de estudios, de evaluación del impacto ambiental y de autorizaciones federales.
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Para comprender la complejidad del problema, Rojo explica que la Península de Yucatán es un bloque de roca caliza que emergió del fondo del mar, resultado de la compactación de conchitas de coral y otros sedimentos marinos. Ese suelo, denominado kárstico, es altamente permeable, poroso y frágil, que se deslava con las lluvias.
Bajo el suelo hay cuevas subterráneas inundadas o semiinundadas, llenas de reliquias geológicas y paleontológicas descubiertas o pendientes por explorar, que aportan al mundo información de gran valor; razón por la cual Rojo las equipara en importancia con la Biblioteca de Alejandría o los Códices Mayas.
A nivel biológico, las cavernas y los ríos subterráneos tienen una íntima relación con la selva. La población, la flora y la fauna dependen del agua que se aloja bajo el suelo, ya que en Quintana Roo no existen los ríos superficiales. El agua corre por debajo del suelo entre oquedades y galerías formadas desde hace millones de años, que se comunican y que conducen ese líquido dulce hacia el mar.
“Esos huecos dan vida a la selva, al sistema subterráneo, al arrecife, a los cenotes, que son colapsos de estas cuevas”, explica el espeleólogo.
Rojo resalta que en esta dinámica, la llamada Falla de Holbox juega un papel fundamental.
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“Cuando llega la lluvia desde el Mar Caribe, llega a la Falla de Holbox, en donde se acumula muchísima agua y tiene que salir por algún lugar. ¿Por dónde sale? Drena por los ríos subterraneos hacia el Mar Caribe. Todos nuestros ríos subterráneos van de adentro hacia fuera, de oeste a este, porque esta agua va corriendo por ahí”.
Por separado, la doctora Patricia Beddows, especialista en temas hídricos, advierte que, debido a la fragilidad y consistencia del suelo kárstico, el Tren Maya, sumado a la creciente urbanización de la zona, provocará el derrumbe de esas cavernas.
“Sí, es un tren pesado. Las cuevas están sumamente frágiles. Va a haber derrumbes; van a caer”, aseguró, al insistir que el impacto será más amplio debido a la problemática socioambiental de la región, con nuevas actividades productivas, con alta densidad poblacional y la construcción de más cuartos de hotel.