Puebla.— Desde las entrañas del Triángulo Rojo, una amplia región poblana donde las bandas del huachicol se asentaron a fuego y muerte, una mujer alza la voz y se convierte en el eco de aquellas personas que desaparecieron.
En el pueblo de Tehuitzo, en el corazón del municipio de Palmar de Bravo, María Luisa Núñez Barojas ha tenido el valor de gritar su dolor en una sociedad en silencio y a autoridades indolentes.
El viernes 28 de abril de 2017 significó un quiebre en su vida: su hijo Juan de Dios Núñez Barojas jamás volvió a casa. Ese día, los pasos de María Luisa tomaron el camino de una lucha que hizo suya: buscar a cientos de desaparecidos en Puebla.
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“No sé si tuve miedo o no, no lo sé, nunca lo pensé, nunca pensé que me pudiera pasar algo, sólo pensé en buscar a mi hijo”, afirma la mujer que fundó el colectivo Voz de los Desaparecidos, el primero en la entidad.
María Luisa nació y creció en un pueblo rústico, donde el elote, el frijol y las hortalizas representan el sustento de los cerca de 700 habitantes, entre ellos sus padres, campesinos que ni la primaria lograron cursar.
Ese viernes de abril de 2017 su hijo le avisó que pronto llegaría a casa, que se encontraba a 15 minutos de distancia, en Cuacnopalan. Había sido demorado por un reten junto con dos de sus compañeros, un militar en activo y otro más en retiro.
“No teníamos conocimiento de retenes falsos, para entonces era normal que nos encontrásemos todos los días un retén.
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“Ya se había militarizado la zona y los retenes los ponía la Policía Militar”, evoca.
Relata que cuando su hijo no llegó consideró muchas hipótesis: lo asaltaron para quitarle la camioneta, lo dejaron en alguna brecha, lo reclutaron ilegalmente. Las horas pasaron y no había noticias, por lo que la mujer recorrió calles, avenidas, caminos, brechas, carreteras, hospitales y comandancias, entre otros.
El inicio de una causa
“Me imaginé todo menos que mi hijo pudiera desaparecer. Me entero que estaban desapareciendo personas, que todos los días había desaparecidos y familias manifestándose y empiezo a buscar colectivos, pero no hay nada, poco podía hacer.
“Me traslado a Puebla y empiezo a buscar a algún colectivo que me pudiera ayudar, orientarme sobre cómo buscar a mi hijo, a hacer investigación que funcionara y resulta que no encontré a nadie, estaba sola”, detalla.
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Ocho meses después de la búsqueda recuerda un episodio que la marcó: “El suelo me jala y me pone los pies sobre la tierra y empecé a analizar que todo lo que había hecho no era lo suficiente, no había servido de nada y que tenía que hacer más”.
Así surgió Voz de los Desaparecidos, el primer colectivo de este tipo en la entidad.
En agosto de 2018 hicieron su primera aparición pública, con 14 familias manifestándose en las oficinas centrales de la Fiscalía General del Estado. Hoy suman más de 100.
“Necesitamos unir nuestras fuerzas para que el gobierno nos escuche porque no nos hacen caso. Entonces empecé a convocar a la primera movilización (…) son sentimientos encontrados, por una parte me alegra que las familias vayan perdiendo el miedo, pero por otro lado me da mucha tristeza porque quisiera que esta tragedia no creciera y que nadie más desaparezca”, expone.
Movilizaciones públicas, exposiciones, un árbol de la esperanza cada año, foros, pláticas, conferencias y conversatorios son parte de sus actividades, además de impulsar con la fuerza de una sociedad la creación de la fiscalía especializada en la investigación de desaparición forzada de personas, de la Comisión estatal de Búsqueda de Personas, y luchan por la aprobación de la ley estatal en materia de desaparición de personas.
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“No esperemos jamás que un gobierno venga a resolvernos estos problemas, porque simple y sencillamente no son sus familiares y no les interesan”, subraya la mujer que nunca para en la búsqueda de fosas clandestinas y en el movimiento nacional por los desaparecidos.
Dice que siempre recuerda las palabras de su madre: “Haz lo que tengas que hacer para encontrarlo”, y de su padre: “A donde vayas, voy contigo”. Ellos “son mi equipo y mi fortaleza”, confiesa.
María Luisa reconoce que Puebla es un estado muy difícil, duro de pelar, muy conservador, con todo y sus 2 mil 783 desaparecidos: “Los desaparecidos son de todos, porque social, legal y económicamente afecta a todo el estado y a todo el país”, expone.
Agrega que se necesita un gobierno con sentido humano, con servidores públicos que no se contagien de la ceguera y la sordera institucional.