“Akasha”

, en el nombre lleva su vocación. Reina de los condenados, los que se meten a cuevas y a la oscuridad y así es ella, una pastor belga, de cuatro años, que encontró con vida a cuatro mujeres de la fábrica de textiles de la colonia Obrera, quienes fueron sepultadas por toneladas de escombros .

El martes 19 de septiembre a la 1:14, la tierra se movió, los edificios empezaron a caer y fue cuando sin pensar, Raymundo Gallegos Blanco y Fernando Ibarra Santiago, acompañados por Akasha, pidieron un "raid" y salieron rumbo a la Ciudad de México.

Raymundo Gallegos, técnico en urgencias médicas, y Fernando, con carrera trunca en ingeniería civil e instructor de trabajos en alturas, forman parte de la empresa Riesgos Integrales Controlados Sahagún, el día en que la tragedia azotó el centro del país, decidieron poner a disposición de los más necesitados sus conocimientos.

Llegar a la Ciudad de México y ver la devastación que dejó el terremoto fue un choque de sentimientos, señalan ambos rescatistas hidalguenses. Cuentan que primero acudieron a la colonia Condesa, luego a la Roma, lugares donde ya había ayuda; sin embargo, ésta era muy escasa en la Obrera, en la calle de Bolívar, donde había mujeres atrapadas en una textileria.

“Akasha”, Raymundo y Fernando se trasladaron a ese sitio, de manera inmediata se pusieron a trabajar. Apenas habían pasado cinco minutos cuando los movimientos de Akasha alertaron a Raymundo, la pastor belga había encontrado alguien con vida y estaba marcando.

Entonces se dio a pasó a los demás, a los que con pico, palas o manos lograron sacar a las mujeres, una caricia y una pelota fue el pago que recibía está rescatista canina en cada uno de los cuatro hallazgos que realizó el 19 y el 20 de septiembre, días que trabajaron en la Obrera.

Con la búsqueda en las venas

Akasha, a la edad de tres meses, llegó a manos de Raymundo quien en ese entonces trabajaba en Monterrey; fue allá donde, quién era su patrón se la regaló, desde entonces ha recibido instrucción y a diferencia de otros cachorros esta pastor belga tenía aptitudes para el adiestramiento no sólo de rescate, sino también de guardia y protección.

A través de órdenes en francés se le ha enseñado a buscar entre escombros, a meterse en cuevas oscuras para detectar vida y entonces ser la mano del hombre la que saque a la luz esa vida.

Hoy el trabajo de estos rescatistas fue aplaudido por los integrantes del Congreso local de Hidalgo, quienes dieron un reconocimiento a Raymundo y a Fernando y una medalla que colgaron en el cuello de Akasha.

Los tres regresaron contentos, nunca conocieron el nombre de las mujeres que rescataron, pero eso no importa dicen ellos: en la tragedia que se vivió en la Ciudad de México el pueblo fue uno, el que estaba rescatando y el que era rescatado.

Tal vez se pudo hacer más, pero no fue así porque en su caso, afirman, la Policía Federal impidió su trabajo, esa es la diferencia entre ser un voluntario y portar un chaleco con insignias, lamentan.

Aunque este grupo ha sido reconocido y certificado en rescate vertical con cuerda por la asociación británica Irata International Industrial Rope Access Trade Association, una de las más importantes en el ramo, se le impidió tal vez salvar una vida más. Hoy gracias a Alaska y sus entrenadores, cuatro familias están reunidas, cuatro mujeres salvaron la vida.

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