Más Información
Juchitán. – El lamento es colectivo, recoge la indignación y libera los reclamos: otra vez nos quedamos sin paso, otra vez estamos aislados y otra vez nos castigan. ¿Por qué el gobierno no se acuerda de nosotros?, dice José Martínez Juan, el agente municipal de Santa María del Mar, comunidad de pescadores ikoots que pertenece al municipio de Juchitán de Zaragoza.
Hace más de 13 años, los poco más de mil indígenas ikoots de Santa María del Mar, en septiembre de 2009, quedaron aislados en lo más recóndito de la Laguna Inferior del Golfo de Tehuantepec y encajonados por aguas del océano Pacífico, derivado de un conflicto agrario con San Mateo del Mar, que les arrebató el derecho de usar el camino que conduce a Salina Cruz.
Ahora, desde el pasado martes 30 de mayo, cuando pobladores de Chicapa de Castro rompieron parte de la carretera que comunica a San Dionisio del Mar, por un conflicto agrario que mantienen con esa otra localidad ikoots, los habitantes de Santa María del Mar volvieron a quedarse sin accesos ni salidas. Ni por tierra ni por mar. “Es triste para nuestra gente”, dice el agente municipal.
"Hoy en el pueblo nos quedamos sin gasolina. Nada de gasolina, ni para las lanchas que transportan a la gente, ni para las motocicletas que son el transporte para la pesca y para cuidar el ganado. En la reunión que realizamos hace rato, ese fue uno de los reclamos, que no hay gasolina ni para una emergencia”.
Lee también Dan prisión preventiva a acusado de asesinar a turista canadiense en Puerto Escondido
Entre los pobladores de esta pequeña comunidad pesquera lo que circula son una serie de cuestionamientos a las autoridades, pues parece que nadie se ha enterado que los mil habitantes están prácticamente secuestrados.
“¿Qué nadie le informa al gobierno de Oaxaca o al gobierno de México? ¿Nadie les dice cómo estamos sufriendo desde hace 13 años? Cómo no tenemos acceso terrestre, entramos y salimos por lancha atravesando media hora la Laguna Inferior hasta San Dionisio del Mar, y ahorita no podemos por la prohibición de San Dionisio del Mar”, comentan.
El agente municipal se dice preocupado porque ayer varias cajas de víveres adquiridas en Juchitán, se quedaron en el trayecto porque en San Dionisio del Mar retuvieron al menos 60 personas comerciantes, a quienes liberaron más tarde, pero sin regresarles los insumos. “En el pueblo escasea la harina para las tortillas, no hay verduras para la comida”, lamenta.
Esa es precisamente la preocupación principal de los ikoots, que si el conflicto entre San Dionisio del Mar y Chicapa de Castro por mil 711 hectáreas de tierra se alarga, ellos se quedarán sin alimentos para subsistir. “¿De qué vamos a vivir? Nos gustaría que el gobierno buscara la forma de mandarnos víveres ahorita que hace falta, no como hacían antes que mandaban la ayuda después de las emergencias”, dijo la autoridad de Santa María del Mar que, con nudos en la garganta, pidió paciencia a la población que se reunió hoy.
Lee también Prohibición para usar elementos mayas no se ha ejecutado porque proceso sigue abierto: Xcaret
Otras de las urgencias para la comunidad es la integridad del personal educativo de salud, quienes tienes que trasladarse por lancha hasta dicho territorio y que por el momento ni siquiera tiene esa posibilidad, paradójicamente en ambos casos por decisión de sus pueblos hermanos, pues tanto San Mateo como San Dionisio, las comunidades que les niegan el paso, pertenecen a la nación ikoots.
Ahorita, comentó el agente municipal, “están los maestros y el personal de salud que también están preocupados si se alarga el conflicto, como igual están preocupadas las familias de Santa María del Mar que tienen hijos estudiando en Juchitán o en Salina Cruz. Si el problema crece más y se prolonga, ¿cómo van a entrar? ¿Por dónde van a pasar?”.
De acuerdo con Mariano Rosado, secretario municipal del gobierno de Juchitán la administración municipal explora varias rutas marítimas que faciliten la comunicación con Santa María del Mar; sin embargo, considera el agente municipal de Santa María del Mar, todas son inviables porque son rutas de más de una hora y con zonas de oleaje mínimo de tres metros de alto.
“Nuestra preocupación es grande, por las mujeres embarazadas, por los niños enfermos, por los maestros y el personal de salud que tiene que ir a ver a sus familias, por nuestros comerciantes. ¿Cómo van a vender pescados y camarones? Aquí cada día venían de San Dionisio a comprar cuatro o cinco reses por día para vender en la región. Se perderán los ingresos", lamenta.
afcl
