Acapulco. — Hacer filas, largas filas, es la nueva norma en Acapulco tras el paso del huracán Otis. En los primeros días —en pleno caos— fueron a conseguir algo de comida y agua. Luego, por una despensa y por los enseres —donde cientos de acapulqueños han tenido que pasar días y noches completas formados—, por registrarse en el censo del gobierno federal, por cobrar los apoyos y, ahora, las filas son para comprar los materiales de construcción.

Son las 13:00 horas. En la tienda de venta de láminas y tinacos, ubicada en la avenida Ejido, hay una larga fila. Sobre la acera de enfrente, igual. Todos están bajo el intenso sol, buscan resguardarse en una sombra o se cubren con una sombrilla.

Las dos filas tienen el mismo propósito: conseguir materiales de construcción. La mayoría de la gente busca láminas para sus techos que esa noche del 24 y la madrugada del 25 de octubre los vientos de Otis destrozaron.

De acuerdo con el gobierno federal, el huracán dañó a por lo menos 250 mil viviendas, a las cuales los vientos les tumbó los techos y rompió las ventanas, otras se inundaron, se derrumbaron y, en algunos casos, hubo arroyos que se convirtieron en ríos y se las llevó desde la raíz.

Todos buscan tener los materiales lo antes posible. Hay una especie de lucha contra el tiempo. Necesitan comprobar que gastaron la primera parte del apoyo que entregó el gobierno federal para la reconstrucción de las viviendas. De no hacerlo, les advirtieron los funcionarios, no podrán cobrar la segunda parte.

Algunos necesitan facturas o notas de compras para la siguiente semana porque tienen programada la segunda entrega del apoyo.

Pero hay un problema, por lo menos en esta tienda: no hay material suficiente para cumplir con la demanda. Todos los días en esta tienda, los propietarios entregan 100 fichas, aunque este día dieron 60 más.

Un hombre hace fila desde las 06:00 horas. Tiene la ficha número 128 y aún no ha podido hacer su pedido. Sí, su pedido. Este día no se irá a su casa con el material que requiere, para que se lo entreguen tendrá que esperar hasta tres semanas, como lo que esperan en la fila de la acera de enfrente.

Por otro lado, una mujer hace fila para que le entreguen sus láminas que pidió hace tres semanas. Los de la tienda se comunicaron con ella para este día; fueron por su material, pero al llegar le advirtieron que eso dependía de la existencia del producto, es decir, si no se terminaba antes de su turno.

La mujer explica que el dueño del negocio le dijo que sus proveedores tampoco están teniendo la capacidad para cubrir la demanda en Acapulco.

Lo mismo está sucediendo en casi todas las casas de materiales, hay largas filas y desesperación por comprarlo. Esta nueva fila comenzó tras la entrega de la primera parte del apoyo que prometió el gobierno federal que, según la evaluación que hicieron, puede ser de 17 mil 500 o 30 mil pesos.

La primera entrega del apoyo para reconstrucción de viviendas está provocando una fila adicional: en papelerías. Para la segunda entrega, los damnificados deben entregar las facturas o notas de compra, así como fotografías impresas del proceso de reconstrucción, de cómo quedó tras el huracán y de cómo van los trabajos de limpieza.

El huracán Otis cambió la dinámica en Acapulco, han sido casi dos meses donde todo es escaso, insuficiente y, de forma paralela, la demanda es alta. Desde el inicio de la emergencia la escasez marcó los días. Se forman filas kilométricas por todo y por todos lados, de día y de noche.

En los primeros días, la gente se formaba hasta 10 horas para recibir un galón con agua. Ya con la emergencia estabilizada y el comienzo de la entrega de despensas, recibir una puede provocar que las personas, sobre todo las mujeres, se formen hasta 48 horas continuas, incluidas las noches, o que tengan que ir a colonias lejanas para obtener una despensa porque en sus localidades el Ejército no ha asistido.

Para los enseres, lo mismo. Se quedan a dormir en las calles, sobre cartones, en sillones, a la intemperie para no perder sus lugares. Lo hacen porque en ocasiones, cuando están por llegar al punto de entrega, se terminan los productos y garantizar su espacio es de una sola manera: quedándose a dormir.

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